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Papademos, con la crisis griega en sus manos

Cuente: Reuters Foto: AP

Hay una ironía en Lucas Papademos, quien fue nombrado como nuevo primer ministro griego para ayudar a su país a sobrevivir en la zona euro: fue uno de los que facilitó la entrada de Grecia en la moneda única.

Como jefe del Banco Central de Grecia entre 1994 y 2002, Papademos, un tecnócrata prudente y de hablar pausado, luchó contra una inflación disparada y trató de imponer la disciplina monetaria en un país que, francamente, nunca la ha tenido.

En el camino, sumó suficiente prestigio entre los líderes europeos y los mercados financieros para posteriormente ser nombrado -para su propia sorpresa- como vicepresidente del Banco Central Europeo, uno de los más altos cargos internacionales que ha tenido un griego.

No hay duda de que este recorrido, junto con un paso por la Reserva Federal de Boston, lo califica más que a cualquier otra persona para entender las implicancias económicas e internacionales de la debacle de la deuda de Grecia.

Pero la pregunta es si un académico un poco introvertido como Papademos puede manejar los avatares de la política griega, que incluyen violentos enfrentamientos callejeros y duras enemistades personales en el Parlamento.

El quizá está familiarizado con el poder, pero puede sentirse incómodo con él. Como gobernador del banco central fue ampliamente condenado a finales de 1990 por sugerir -con razón, ya que resultó ser así- que el mercado de la Bolsa de Grecia era una burbuja peligrosa.

Cuando las acciones comenzaron su fuerte caída inevitable, algunas personas lo acusaron de ajustar esto a sus comentarios.

De igual manera, fue atacado en el BCE cuando se hizo evidente que las cifras de la deuda de Grecia utilizadas para llevar el dracma a la zona euro no incluyeron el enorme gasto militar.

Papademos argumentó que él había dejado claro esto con los funcionarios europeos cuando era jefe del banco central griego, pero lo habían aceptado.

ADADÉMICO CAUTO

Papademos es criticado en su propio país como alguien a quien le resulta difícil tomar decisiones, algo que podría no ser un retrato particularmente bueno para quien tiene como misión sacar a la caótica Grecia del difícil presente que vive.

"Se toma mucho tiempo para tomar una decisión", dijo un ex colega suyo en el banco central de Grecia. "Me pregunto si su estilo funcionará bien en un momento en el que Grecia necesita un líder fuerte".

Papademos ciertamente es una persona muy cauta.

Para disgusto de este corresponsal, Papademos disfruta hablar de la manera en la que negoció de forma privada y por teléfono la inesperada entrada del dracma en el Mecanismo de Tipo de Cambio en el mismo momento en el que era anfitrión de un almuerzo conmigo.

No se filtró una sola palabra. Pero hay algo que se puede decir a favor de la educación y el carácter amigable de Papademos: tiempo después me ofreció una disculpa que era totalmente innecesaria.

En Fráncfort era conocido por nunca romper las políticas del BCE, simplemente confirmándolas incluso en discusiones "off-the-record".

Su característica era el perfil bajo, siempre sentado junto al presidente del BCE Jean-Claude Trichet en las ruedas de prensa, en las que sólo ofrecía información ocasional sobre el trabajo interno de la entidad.

Si bien está claro que Papademos se ha ganado el respeto de sus pares y los mercados financieros, no significa necesariamente que su tranquilidad en la toma de decisiones logrará sacar a Grecia del caos.

Una vez más, a Grecia le vendría bien un poco de tranquilidad y reflexión.

RDS

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