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La última oportunidad de Powell para proteger a la Fed
Si bien el presidente saliente de la Reserva Federal de EU no puede corregir los mayores errores de política recientes de la institución, sí puede, y debe, abordar otros fracasos igualmente importantes para la economía. Después de todo, existe un amplio consenso en que se necesitan reformas urgentemente para salvar la eficacia y la credibilidad de la Fed.

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CAMBRIDGE – A medida que Jerome Powell se acerca al final de su mandato como presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos en mayo del 2026, el prestigio del banco central es menor -y su vulnerabilidad mayor- de lo que ha sido en décadas.
Este deterioro institucional es evidente para cualquiera que lo observe con detenimiento. Incluso dejando de lado el mayor riesgo de que la Fed pierda su independencia política, no se pueden ignorar los crecientes desafíos a su doble mandato de estabilidad de precios y máximo empleo. Sin embargo, ahora que su mandato está llegando a su fin, Powell no debería limitarse a lamentar las circunstancias que han socavado la posición del banco central más importante del mundo. Por el contrario, debería centrarse en hacer lo posible para mejorar la situación de su sucesor.
Para entender lo mala que es hoy la situación de la Fed, basta con leer el reciente comentario en Wall Street Journal del secretario del Tesoro, Scott Bessent, ampliamente considerado como el aliado más cercano de Powell en la administración Trump. Después de enumerar los numerosos errores que ha cometido la Fed, Bessent exige “una revisión honesta, independiente y no partidista de toda la institución, incluida la política monetaria, la regulación, la comunicación, la dotación de personal y la investigación”. Una lista bien extensa. Luego utilizó las redes sociales para redoblar sus críticas, culpando a la Fed de alimentar la desigualdad y pidiéndole que reduzca las tasas de interés.
Estas son observaciones dignas de mención y de gran trascendencia. No solo provienen de un secretario del Tesoro en ejercicio, sino que también denuncian una amplia gama de deficiencias y fallos en la principal institución financiera del país. Bessent no es el único en hacer una valoración sombría. Un número creciente de políticos y funcionarios, no todos firmes partidarios del presidente Donald Trump (pero incluidos los principales candidatos a sustituir a Powell), se están uniendo al coro que reclama reformas en la Fed.
Las reformas son realmente necesarias y, por el bien de la economía estadounidense y mundial, no deberían posponerse hasta que se produzca un cambio de liderazgo. Powell debería responder al coro de reformas ahora, incluso si puede hacer poco para corregir los principales fallos de la política a corto plazo.
Después de todo, lo más probable es que Powell no pueda cumplir en los próximos meses con el doble mandato de la Fed en materia de inflación, teniendo en cuenta que el crecimiento anual de los precios se mantiene por encima de la meta del 2% por quinto año consecutivo. Asimismo, la economía puede estar alejándose también en la parte del mandato que tiene que ver con el empleo. Múltiples indicadores -entre ellos informes y revisiones recientes de la Oficina de Estadísticas Laborales- apuntan a la debilidad del mercado laboral, y la evidencia histórica sugiere que tales tendencias pueden acelerarse de forma no lineal.
Powell tampoco puede hacer mucho para contrarrestar el creciente temor a una toma excesiva de riesgo en los mercados financieros. Esta misma semana, hemos asistido a una combinación inusual de activos tradicionales “con tendencia al riesgo” y “con tendencia a la aversión al riesgo” que alcanzaron máximos históricos: los precios de la renta variable y del oro se dispararon, los diferenciales de crédito son inusualmente bajos y el índice de bonos Bloomberg se encuentra hoy en “territorio de mercado alcista”, con un aumento significativo desde su mínimo del 2022.
Esta combinación es una señal de alarma, y no solo para quienes en la Fed se dedican a mantener la estabilidad financiera -el tercer objetivo menos explícito del banco central-. Estas tendencias también apuntan a cambios estructurales incipientes -incluida la confianza más vacilante de los bancos centrales extranjeros en sus tenencias de dólares y bonos del Tesoro- que, de persistir, podrían socavar el atractivo global de los mercados financieros estadounidenses.
Aunque es muy poco probable que Powell cumpla con lo que concierne a la inflación o el empleo en el mandato de la Fed antes de su salida, puede y debe hacer más para abordar otras cuestiones igualmente importantes para la economía. Existe un consenso generalizado de que se necesitan reformas para mejorar la eficacia de la Fed y salvar su credibilidad. Estas reformas son urgentes porque la Fed actualmente está finalizando su revisión periódica del marco monetario y, a juzgar por su presentación preliminar en el Simposio de Jackson Hole del mes pasado, ésta podría pronto volverse tan irrelevante como, lamentablemente, lo fue la de 2020.
A medida que se acerca el final de su mandato, Powell tiene una oportunidad única para ayudar a la Fed a cambiar de rumbo. Los problemas del banco central son numerosos, y van desde su cultura y la falta de rendición de cuentas hasta sus comunicaciones, la incapacidad de asumir errores pasados, una fijación deficiente de objetivos y el pensamiento colectivo. Afortunadamente, existen numerosos ejemplos de otros bancos centrales que ilustran cómo abordarlos.
Para ello, varios comentaristas han propuesto medidas correctoras concretas. Por ejemplo, un grupo de trabajo organizado por el G30, un organismo compuesto en gran parte por ex responsables de políticas muy respetados, publicó recientemente una hoja de ruta integral de reformas recomendadas.
Hace un par de meses, sugerí una estrategia que Powell podría haber tomado para evitar la intensificación de los ataques políticos que ahora se dirigen contra todo el Sistema de la Reserva Federal, incluidos los bancos regionales. No lo hizo, y los ataques no han hecho más que incrementarse. Con la Fed en riesgo de incumplir todos los aspectos de su mandato, la continua inacción de Powell dejaría a la institución aún más dañada.
Los últimos tres meses ya han tenido consecuencias enormes para la Fed; pero los próximos podrían ser aún peores.
El autor
Mohamed A. El-Erian, presidente del Queens’ College de la Universidad de Cambridge, es profesor de la Escuela Wharton de la Universidad de Pensilvania, asesor de Allianz y presidente de Gramercy Fund Management. Es autor de The Only Game in Town: Central Banks, Instability, y Avoiding the Next Collapse (Random House, 2016) y coautor (junto con Gordon Brown, Michael Spence y Reid Lidow) de Permacrisis: A Plan to Fix a Fractured World (Simon & Schuster, 2023).
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