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El autocuidado como camino al empoderamiento

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OpiniónEl Economista

Hablar de autocuidado no es un tema menor. Es hablar de nosotras, de nuestro bienestar y de la libertad de elegir cómo queremos cuidarnos. Durante años, muchas crecimos con la idea de que la menstruación debía ocultarse, que el dolor se sobrellevaba en silencio y que preguntar o compartir era motivo de vergüenza. Hoy sabemos que no es así: informarse, escucharse y elegir con libertad son actos de empoderamiento que rompen tabúes y nos fortalecen como comunidad.

El autocuidado no significa que tengamos que resolver todo solas. Más bien es reconocer nuestra capacidad de gestionar la salud física, emocional y mental cuando contamos con información confiable y con el acompañamiento adecuado. La Organización Mundial de la Salud lo define como la habilidad de promover la salud, prevenir enfermedades y mantener el equilibrio, con o sin asistencia médica.

Para las mujeres y personas menstruantes, este enfoque representa un cambio profundo. Tomar decisiones sobre nuestro bienestar en un contexto que históricamente nos negó esa autonomía es, sin duda, un acto transformador. Tener acceso a herramientas, opciones seguras y espacios de confianza nos devuelve algo fundamental: el poder sobre nuestros cuerpos.

Los retos, sin embargo, siguen siendo grandes. La Encuesta Nacional de Menstruación Digna (Essity y UNICEF, 2022) reveló que más de un tercio de las adolescentes y mujeres en México inició su vida menstrual con poca o nula información. Esta falta de educación limita la capacidad de tomar decisiones informadas y se ve agravada por barreras sociales, culturales y económicas que restringen el acceso a productos y servicios básicos. Así es como se perpetúan desigualdades y se mantienen vivos los tabúes alrededor de la menstruación y del cuidado íntimo.

El autocuidado puede ser una herramienta poderosa para transformar este panorama. Informarnos nos permite derribar mitos y validar lo que sentimos. Escuchar a nuestro cuerpo —sus señales, ciclos y emociones— nos ayuda a anticipar necesidades y atender a tiempo cualquier alerta. Y elegir con libertad, incluso algo tan sencillo como un producto de gestión menstrual, es un ejercicio de confianza y autonomía: se trata de habitar la vida cotidiana con comodidad y seguridad.

También es valioso compartir nuestras experiencias. Hablar de la menstruación en voz alta rompe silencios heredados y crea redes de apoyo. Cada conversación genuina abre la puerta a que otras personas encuentren información, acompañamiento y respaldo.

Por eso creo firmemente que el autocuidado no es un lujo, es un derecho. Nombrar la menstruación sin miedo, reconocer nuestras necesidades y elegir lo que mejor se adapta a nosotras son gestos de dignidad. Y ese conocimiento de una misma también guía nuestras decisiones cotidianas: saber si nos sentimos más cómodas con una toalla, un tampón o una copa menstrual, o si necesitamos diferentes productos según nuestra etapa o estilo de vida.

*La autora es Marketing Manager de Saba®

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