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Opinión

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Uber competencia

En México padecemos casi todos los males causados por la excesiva reglamentación.

Aquí y en China, los mercados de productos y servicios más abiertos a la competencia son los que más se han desarrollado y dónde se han visto mayores innovaciones que benefician a los consumidores y a la industria. No existe un solo caso de un país o de un mercado que se haya desarrollado de manera sostenida sin estar expuesto a la competencia.

Por ejemplo, gracias a la apertura a la competencia del sector automotriz tras el TLC, hoy tenemos en México prácticamente todas las marcas y modelos de vehículos a precios muy similares a los mercados internacionales, y con opciones atractivas de financiamiento, que han beneficiado a millones de consumidores. Aunque muchos pronosticaban un efecto ruinoso de la apertura sobre la industria, al cabo de los años la inversión y los empleos en el sector se han multiplicado. Al mismo tiempo, la productividad y el salario de los trabajadores en esa industria ha crecido significativamente.

Por el contrario, los mercados que han gozado de protección del gobierno en contra de la competencia muestran claros rezagos en perjuicio de los consumidores y de la industria. Tal es el caso de los energéticos, la educación pública, la salud pública y, por supuesto, el transporte público. En esos mercados hemos visto inversión insuficiente, mala calidad, mal servicio y altos costos.

En el caso del servicio de taxi, la restricción a la oferta que opera a través de un número limitado de placas tiene el único objetivo de preservar una renta económica para un grupo. La respuesta natural ante la limitación forzada es que consumidores y prestadores de servicios busquen formas alternativas de hacer transacciones mutuamente beneficiosas. Los taxis pirata, los coches de sitio, así como Uber y similares son la respuesta del mercado a una restricción que no tiene sentido.

Con las innovaciones de la competencia en el servicio de taxi, los argumentos que podrían usarse para justificar la regulación caen por su falta de peso. Sin necesidad de un regulador ofrecen mayor seguridad, calidad y conveniencia a tarifas de mercado. Aunque de momento los nuevos competidores atienden un segmento de alto ingreso, pronto habrá alternativas de bajo costo. Si los taxis tradicionales (y los del aeropuerto) quieren sobrevivir, van a necesitar mucho más que un plantón.

achacon@eleconomista.com.mx

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