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Nuestro talón de aquiles en el nafta
A partir de la cuarta ronda de modernización del Tratado de Libre Comercio (NAFTA), el equipo negociador del presidente Trump presentó diversas propuestas, la mayoría inaceptables. Algunas tienen aparente relación con la reducción del déficit comercial de EU, como el caso de las reglas de origen de la industria automotriz, tanto en lo referente a incrementar a 85% el contenido regional como introducir un mínimo de 50% de componentes norteamericanos.
Vale la pena advertir desde ahora que esta propuesta, al final del día, el propio mercado la desechará toda vez que aumentar el contenido norteamericano y de la región NAFTA sólo derivará en producir carros de mayor precio que no aceptará el mercado ni de la región ni de otros países. Sería como regresar a los niveles de integración que tenían hasta iniciado el presente siglo que llevó a la industria automotriz a la quiebra y requirió tanto del respaldo económico del presidente Clinton como de apoyarse en México para la producción rentable de automóviles.
Otras sugerencias no son sino paliativos que resultan de la demanda de sectores específicos como el caso de las llamadas ventanas estacionales que permitan sólo la importación de algunos productos agrícolas en las temporadas cuando no los producen los norteamericanos o la de eliminar el arancel preferencial a insumos que no se fabrican en los tres países. Estas ocurrencias me parece; sin embargo, que pueden ser resueltas sin mayores contratiempos.
Las propuestas más peligrosas, las que quizás al principio parece que se vuelven contra los propios actores económicos de EU, como hacer opcional o eliminar el capítulo 11 de protección a inversiones o la cláusula de revisión o terminación quinquenal del tratado y algunas otras, en realidad lo que llevarían es a volver a México un país incierto que deje de atraer inversiones y esto nos cause un verdadero daño.
Todos los análisis realizados para estimar los efectos de una posible cancelación del NAFTA revelan que serían muy limitadas las fracciones arancelarias que serían gravemente impactadas (aproximadamente 4% de las exportaciones). Hay que decirlo: la mayor parte de nuestro comercio con EU seguiría con tasas muy bajas de arancel (OMC) o incluso libres de él.
En la práctica el gran valor agregado que nos ha dado el NAFTA es sin duda la certidumbre, en particular a los inversionistas extranjeros que han llegado a México, en razón de saber que están protegidos no por las leyes mexicanas, sino por los mecanismos tanto del tratado como de OMC.
En razón de lo anterior, el mayor daño que nos haría una eventual cancelación del tratado, nuestro verdadero talón de Aquiles, sería nuestro Sistema de Administración de Justicia que no le genera confianza a nadie. Y nos guste o no, esto no es culpa de Trump, es culpa de nosotros. Creo que al final tendremos una buena conclusión de este proceso de negociación y se mantendrá el NAFTA por varios años, pero lo que es cierto también es que tarde o temprano tendremos que corregir nuestra mayor vulnerabilidad, nuestro sistema judicial.