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Opinión

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La seguridad es un concepto integral (I)

Como país, hemos avanzado muy poco en la creación de una cultura de prevención.

Joan Lanzagorta

Hace unos días fui a un centro comercial recién inaugurado. Me percaté de que tenía cámaras de seguridad por todos lados así como un guardia en cada puerta de entrada o salida. Sin embargo, no vi un solo rociador automático, que es un estándar de protección en otros países (incluyendo algunos en vías de desarrollo). Me pareció muy triste, ya que una inversión tan importante como lo es un edificio de ese tipo debería haberlos contemplado.

Desafortunadamente esto es común, ya que las normas oficiales mexicanas en este sentido están completamente desactualizadas y muy alejadas de parámetros internacionales. La mayoría de las instalaciones industriales en nuestro país no cuenta , ni siquiera, con una bomba adecuada para sus sistemas contra incendio.

Tampoco salidas de emergencia o rutas de evacuación bien diseñadas. Ni se diga de muchos edificios habitacionales que no contemplan una red de hidrantes. Es una tristeza.

Cuando pensamos en seguridad en un país como el nuestro lo hacemos solamente en rubros relacionados con los robos. Invertimos millones en poner cámaras por todos lados, sensores de movimiento o alarmas. Sistemas que pueden ayudar siempre y cuando haya guardias de seguridad con procedimientos y consignas bien establecidas, entre muchas otras cosas. Que sepan qué hacer cuando se detecta algo inusual y cómo proteger adecuadamente a las personas y a los bienes en una situación de emergencia.

Ahora bien, todo esto ayuda a desincentivar o prevenir una intrusión no deseada, pero no a reducir su magnitud o sus consecuencias, en caso de que suceda.

La seguridad implica muchas más cosas que un posible robo. ¿Qué pasa si hay un conato de incendio en un restaurante? ¿Hay las herramientas para evitar que se convierta en un fuego de proporciones catastróficas? Pensemos en ello.

Existen sistemas llamados ANSUL que se instalan en las campanas de los restaurantes que pueden prevenir muchas vidas (y daños severos). ¿Por qué? En las cocinas hay fuego y hay grasa —aceite— el cual es combustible y puede incluso propagar un incendio. Esa grasa se acumula en las campanas (las cuales se deben limpiar periódicamente). Pero, aun así, aunque tengan buen mantenimiento, un flamazo puede causar un incendio importante. Un sistema de este tipo actúa de manera automática para apagarlo en el momento, antes de que pueda propagarse.

Lo mismo sucede en los casos de un terremoto. Muchos establecimientos cuentan con puertas de emergencia, pero si uno se da cuenta, suelen estar cerrados con llave. Entonces, ¿para qué sirven? En caso de una contingencia mayor serían completamente inútiles. Se tienen para cumplir el requisito y para mantenerse abiertos en la eventualidad de que Protección Civil realice una visita de inspección al lugar.

Recordemos tragedias como las ocurridas en la Guardería ABC —que sigue en el corazón de muchos mexicanos— o la del hospital infantil de Cuajimalpa.

Incluso los distintos “socavones” que han tomado vidas humanas. ¿Qué hemos hecho como país, como sociedad, para evitar que eso vuelva a ocurrir? Tristemente nada.

No se ha actualizado ninguna Norma Oficial Mexicana. Cuando hay regulaciones (por ejemplo, códigos de construcción) la gran corrupción que existe en nuestro país ha permitido que no se apliquen como es debido, o que las autoridades o los inspectores simplemente volteen hacia el otro lado.

Esto lo acabamos de constatar durante los recientes sismos que sacudieron no sólo a la Ciudad de México, sino a una gran cantidad de comunidades que quedaron destruidas, con la consiguiente pérdida de vidas humanas, y de patrimonio. Entonces, como ciudadanos estamos tan desprotegidos como siempre.

Aquí he dado algunos pocos ejemplos de lo escasa que es la cultura de prevención en nuestro país. Nos hace falta muchísimo como sociedad —y como individuos— para darnos cuenta siquiera de los riesgos que podríamos prevenir —o mitigar— de manera sencilla.

Porque, como ya he mencionado, la seguridad es mucho más que instalar cámaras, tener guardias mal pagados y peor capacitados, o poner una cerradura más moderna —que, de todas maneras, un ladrón experto puede violar—. Se trata de un concepto integral.

Sin embargo, la falta de cultura de previsión es aun peor. Como país, tampoco hemos avanzado en ello, y, como resultado, no contamos con mecanismos para garantizar que el que cause un daño a los demás tenga los recursos suficientes para resarcirlos (a través de seguros, que es la única manera de —precisamente— asegurar que eso suceda). De esto hablaremos en la segunda parte.

Te invito a visitar mi página: http://www.PlaneaTusFinanzas.com, el lugar para hablar y reflexionar sobre finanzas personales.

Twitter: @planea_finanzas

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Joan Lanzagorta

Ejecutivo de alto nivel en seguros y reaseguro con visión estratégica de negocio, alta capacidad de liderazgo, negociación y gerencia. Además es columnista de Finanzas Personales en El Economista, Coach en Finanzas Personales y creador de la página planeatusfinanzas.com

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