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Opinión

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La inflación, el monstruo dormido

La Gran Recesión que padeció el mundo hace un par de años resultó un evento impredecible, por la gran cantidad de desgracias que se alinearon para causar este fenómeno global.

La crisis de deuda y de desbalances fiscales, sin embargo, no era tan impredecible. De hecho, era una posibilidad al momento de analizar el proceso de recuperación económica.

Sobre todo, porque los gobiernos de muchos países desarrollados comprometieron muchos recursos para tratar de recomponer sus economías, sin tomar en cuenta que ya arrastraban problemas serios con sus cuentas internas.

Y desde ahora es posible predecir que si se conjuntan una serie de factores económicos, la tercera gran crisis global será la de la inflación.

No son pocos los analistas que calculan que la economía de Estados Unidos entrará en una fase de estancamiento similar a la de Japón. Algo lejano a una nueva recesión, pero sí con un crecimiento extremadamente bajo que pueda propiciar incluso episodios deflacionarios.

Para Europa, el pronóstico tampoco es muy halagüeño sobre todo si se toma en cuenta que el problema de la deuda resultó prácticamente generalizado y que por ahora los líderes del euro -Alemania y Francia- están en un proceso de reinvención de la zona de la moneda común, como para esperar resultados positivos en el largo plazo.

Entre los BRIC corren riesgos de sobrecalentamiento que han dejado ver ya sus estragos en China, con la parte crediticia e hipotecaria y que podría encontrar episodios difíciles en Brasil entre su Mundial de Futbol y sus Juegos Olímpicos.

Pero la inflación es hoy un monstruo dormido. Todos saben de su crueldad, pero que todos confían en que no hay las condiciones para que despierte.

Si la baja demanda ha sido la clave para contener las presiones de los precios, incluso en estos tiempos de commodities y energéticos caros, no parece haber razón para un cambio.

Es tanta la confianza de que esta bestia permanecerá en el letargo durante un largo tiempo, que incluso la Reserva Federal de Estados Unidos se ha atrevido a prometer dos años de tasas de interés en niveles cercanas a cero.

No es un compromiso firmado pero empeñan su palabra en este hecho.

El problema es que la inflación puede no requerir de matemáticas o de cálculos de crecimiento económico para desatar su furia. Basta una idea generalizada de que la inflación puede ser un problema serio para que lo sea. Y me explico.

Si hoy los consumidores, que no creen en sus respectivas economías, perciben que puede haber incrementos en los precios, pueden forzar y adelantar sus compras de bienes duraderos.

Si creo que las televisiones van a subir para la Navidad, mejor de una vez pido prestado y saco el guardadito para comprarla. Lo mismo el refrigerador, el coche o la casa.

En Estados Unidos las presiones inflacionarias están presentes, esperando que algo desate espirales alcistas difíciles de controlar. Es un hecho que la inflación al consumidor se mantiene en niveles relativamente bajos, 3.6 por ciento. Eliminando el terrible componente de los precios de las gasolinas, la inflación no parece amenazante.

Pero hay otra medición que acumula presión y que tarde o temprano tendrá que pasar la factura al resto de la economía y ésta es la inflación al productor en EU.

Hasta julio pasado este indicador había alcanzado 7.2 por ciento. Y lo más notable es que la parte core, nuclear no volátil de la inflación, es la que muestra mayores incrementos.

La inflación que experimentan los productores contra la que pagan los consumidores va en contra de los empresarios que entre aumentos a la productividad y la baja de sus márgenes de ganancia han tenido que aguantar esta época de baja demanda.

Pero esto puede cambiar muy rápido y tan pronto como se note cierta resistencia en los consumidores para pagar incrementos en los precios, lo van a hacer.

Si hay la expectativa de que suban los precios y suben, podría aumentar la demanda impulsada por los temores de comprar más caro en el futuro.

El terror de la recesión mundial se gestó frente a todos, pero pocos lo vieron en su justa dimensión.

Pero si al monstruo de la deuda se le subestimó de tal manera en el mundo y así nos fue a todos cuando despertó, no hay que hacer lo mismo esa bestia llamada inflación que no duerme, sólo espera el momento para atacar.

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