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La importancia de la liquidez (II)
(Parte 1 de 2)
Una de las lecciones más importantes de finanzas personales, pero que me tomó mucho tiempo aprender, es la importancia de tener una parte de nuestro patrimonio líquido. Esto no necesariamente significa tener valores que se puedan liquidar fácilmente, sino reservas de efectivo que nos permitan aprovechar oportunidades.
Debo reconocer que antes era un poco obsesivo en tener todo mi dinero trabajando. Desde que empecé a trabajar, cada vez que recibía mi sueldo lo pasaba a un fondo de inversión de liquidez diaria, o una de las opciones de la caja de ahorro de mi empresa. Ganaba intereses atractivos y tenía disponibilidad el mismo día (siempre que me acordara de poner la orden de venta antes de la 1 de la tarde). Mantenía muy poco –casi nada– en mi cuenta bancaria.
Eso fue un grave error. Alguna vez estaba muy ocupado y se me pasó la hora de pedir el retiro. Era la fecha límite de pago en mi tarjeta de crédito. Me retrasé y el sentimiento no fue para nada agradable. El cargo por pago tardío fue mucho mayor que los intereses que habría podido ganar en más de un mes. Lo bueno es que aprendí de este error.
Hoy en día hago todos mis pagos a principio del mes. No me espero a la fecha límite de mis tarjetas o de los distintos servicios. Así no se me pasa ninguno y no me tengo que preocupar el resto del mes. Mantengo una reserva de efectivo, que es independiente al fondo para emergencias (ese sí lo tengo invertido, pero accesible a más tardar en 24 horas).
Pero esa no es la única razón por la cual es importante mantener cierta liquidez. Recuerdo hace muchos años la crisis financiera de 2008, cuando los mercados financieros bajaron de manera significativa (perdieron casi 50% de su valor en poco tiempo). Eso representó una gran oportunidad de inversión: había verdaderas gangas. El problema es que no tenía dinero para invertir, porque todo mi dinero ya estaba invertido (obviamente el valor de mi portafolio estaba muy mermado). El no haber tenido efectivo disponible, significó no haber podido aprovechar esas oportunidades que habrían sido sumamente rentables.
El impacto de una crisis de liquidez
La falta de liquidez puede traernos problemas importantes, aún cuando tengamos un patrimonio elevado. Veamos el siguiente ejemplo: Javier es un alto ejecutivo de una empresa trasnacional. Tiene activos por 30 millones de pesos y deudas por 2 millones. Su patrimonio, en este ejemplo simplificado, sería de 28 millones y medio de pesos (lo que tiene, menos lo que debe).
Ahora bien, entremos un poco más en detalle. Del total de sus activos, más de la mitad (20 millones) es el valor de su casa, que está completamente pagada y libre de hipoteca. Luego tiene 6 millones en opciones otorgadas por su empresa, que madurarán hasta dentro de 5 años (no las puede vender). Otros 3.8 millones los tiene invertidos en acciones de otras empresas, que cotizan en bolsa, y en planes de retiro. En bancos sólo tiene 200,000 pesos y eso porque le acaban de depositar su salario.
Ahora bien, resulta que Javier tiene que pagar, mañana, parte de su deuda por 500,000 pesos. De lo contrario, empezarían a correr intereses moratorios y su historial crediticio sería afectado.
Es claro que, a pesar de su alto patrimonio, Javier tiene una liquidez limitada que no le permite enfrentar sus compromisos financieros. Es decir: está en problemas, a pesar de tener mucho dinero.
Claro: podría liquidar parte de sus inversiones en bolsa y listo, aunque quizá no sea el mejor momento para hacerlo y tenga que asumir una pérdida. Tendrá que hacerlo para librar el compromiso, aunque no sea ideal.
Este ejemplo ilustra que, sin importar el tamaño de nuestro patrimonio, siempre debemos tener cierta liquidez que nos permita cubrir nuestros compromisos financieros y además, otro tipo de eventualidades que podrían suceder en la vida (fondo de emergencias).

