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Opinión

Lectura 4:00 min

La comida de vacaciones

Sube en cantidad y se desestructura en cuestión de horarios.

Liliana Martínez Lomelí

Con el fin del ciclo escolar y la temporada alta de viajes de vacaciones, analizamos algunos de los fenómenos alimentarios propios de este periodo.

La comida de vacaciones, ya sea quedándose en casa o saliendo de viaje, inevitablemente vive una distinción en relación con las comidas durante el periodo escolar. Si los hijos estudiantes no están inscritos en cuanta actividad de verano exista, es un hecho que habrá mayores consumos de comidas dentro de casa. Esto representa un gran reto para los padres trabajadores de los niños, puesto que al contrario de como sucede en otros países, los padres con mucha suerte gozan de apenas una o dos semanas de vacaciones. En estudios sobre el consumo en vacaciones, se ha detectado que éste sube en cantidad, y se desestructura en cuestión de horarios de las tomas de comida. En otras palabras, es muy probable que los niños y adolescentes se la pasen picoteando durante el día. La buena noticia es que esto no es necesariamente malo, puesto que bien aprovechado, es un periodo en el que se pueden relacionar más directamente con la gestión de su alimentación. Contrario al periodo de trabajos escolares, es un buen tiempo para implicarlos en la planificación de menús, en la compra, selección y preparación de las comidas de casa, todo de acuerdo con su edad y capacidades. Este aprendizaje vacacional puede resultar de gran utilidad no sólo para el siguiente periodo escolar, sino para la vida. También resulta un buen periodo para que si se tiene la posibilidad, se puedan fomentar sus habilidades culinarias, que nunca están de sobra para la vida cotidiana adulta. Además del hecho de saber cocinar y economizar, el aprendizaje de cocina fomenta habilidades de planificación, capacidad de ser multitareas, de improvisación y de relacionarse de una manera sana con la alimentación, sin perder la noción de placer. Si lo suyo no es la cocina, también podría ser un buen momento para enseñar a los niños de dónde vienen sus alimentos (sobre todo a niños de ciudad), que raramente visitan mercados, productores, agricultores, etcétera. Además de resultar educativo, todas estas visitas concientizan a niños y adultos sobre las repercusiones ecológicas y económicas de los sistemas de producción de alimentos que tenemos hoy en día para, en la medida de lo posible, tomar mejores decisiones.

Si, por el contrario, usted es de los que va a salir de vacaciones, es un buen momento para observar cuál es el impacto del turismo sobre la alimentación local del lugar que visita. Viajar es comer y conocer otras culturas a través de su comida. Dese el tiempo de visitar los mercados locales y de conocer la gastronomía local más allá de la comida del hotel. Entre más conozca una gastronomía, podrá darse cuenta también de que a través de ella puede conocer las características culturales de la población local. No hay necesidad de ir muy lejos, puesto que en nuestro país de una región a otra, de un pueblo a otro, la diversidad gastronómica es inmensa. Además de este conocimiento, con estos contactos puede usted darse cuenta de cómo la actividad turística modifica (a veces para bien, a veces para mal), las características de la alimentación local. No hay que ir muy lejos: mi marchante de pescados del Mercado de Medellín de la Ciudad de México me contaba de sus planes acerca de remodelar su local en el mercado que había heredado de su abuelo, en la colonia Roma, una zona en proceso de gentrificación. Hoy la gente que viene son muchos extranjeros, turistas, hipsters... y ellos exigen otro tipo de vista . Para los vendedores estos cambios son positivos. Sin embargo, la población aledaña que ha vivido toda la vida en el lugar tiene que enfrentarse vialidades congestionadas por las multitudes, y en algunos casos al alza de precios de la canasta básica. Y así, por todo nuestro país, el contacto entre turistas y lugareños es sin duda una interacción que no está nunca exenta de consecuencias tanto sociales como en la gastronomía que se ofrece.

 

@Lillie_ML (Twitter e Instagram)

Liliana Martínez Lomelí

Columnista de alimentación y sociedad. Gastronauta, observadora y aficionada a la comida. Es investigadora en sociología de la alimentación, nutricionista. Es presidenta y fundadora de Funalid: Fundación para la Alimentación y el Desarrollo.

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