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Opinión

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La OMS va con todo contra los refrescos

Ahora sí la OMS no pudo ser más directa y contundente. Instó a tomar acción a nivel mundial para reducir el consumo de bebidas azucaradas y su impacto sobre la salud.

Y así, como se ve, es inevitable pensar en que hay cierta similitud con las condiciones que se fueron dando desde fines del siglo pasado para que el organismo multilateral -máximo responsable de impulsar el cuidado de la salud de la humanidad- terminara acordando hace 10 años un Convenio Marco para el Control del Tabaco que tiene rango de tratado multilateral a favor del respeto a los derechos humanos.

El cigarro y el azúcar no son el mismo tipo de productos, pero cada vez surgen más evidencias formales de la aportación de las bebidas azucaradas a la obesidad y la diabetes, y es inevitable pensar en la historia del tabaco cuyo daño a la salud fue negado por la industria tabacalera por muchos años, y al final se confirmó y se atacó con todo.

El informe titulado Políticas fiscales para la alimentación y la prevención de enfermedades no transmisibles , emitido por la OMS, fue resultado de una reunión de expertos de todo el mundo realizada el año pasado. En el documento deja muy claro que gravar con impuesto de 20% sobre el precio de las bebidas azucaradas reduciría en una misma proporción su consumo y, con ello, la obesidad, así como la diabetes tipo 2 y la caries dental.

Esta recomendación de política fiscal ya la había hecho antes la OMS: en el Plan de acción mundial para la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles 2013-2020, en el Plan de Aplicación Integral Sobre Nutrición Materna, del Lactante y del Niño Pequeño y más recientemente en la Comisión para Combatir la Obesidad Infantil.

En su último informe, el organismo retoma encuestas de nutrición nacionales que indican que las bebidas y los alimentos ricos en azúcares libres pueden ser fuente importante de calorías innecesarias en las dietas de las personas, en particular para niños, adolescentes y adultos jóvenes.

E incluso coincide en un punto de la industria refresquera: la población de bajos ingresos, aparte de los jóvenes, es la que consume con más frecuencia alimentos y bebidas poco saludables, de modo que sí es la más sensible a cambios en el precio. Pero contrario a lo que dice la industria, es esa población -afirma la OMS- la que obtiene mayores beneficios para la salud con el impuesto recomendado.

Y aporta datos duros: a nivel mundial, la prevalencia de obesidad aumentó más del doble entre 1980 y el 2014: 11% de los hombres y 15% de las mujeres eran obesos. Esto supone más de 500 millones de adultos. En el 2014, más de un tercio (39%) de los adultos mayores de 18 años en todo el mundo tenía sobrepeso.

Además, estima que 42 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso o eran obesos en el 2015, cantidad que creció en 11 millones en los últimos 15 años. En América Latina, el sobrepeso y la obesidad afectan de 20 a 25% de los menores de 19 años. De ahí que desde el 2014 la Organización Panamericana de la Salud, oficina regional para las Américas de la OMS, viene instando a aplicar impuestos sobre bebidas azucaradas y otros productos de alto contenido calórico y bajo contenido nutricional.

El llamado también es a reglamentar publicidad y etiquetado de alimentos, y mejorar ambientes escolares de alimentación y actividad física. Sólo recuérdese que el convenio antitabaco de la OMS incluye medidas de advertencias en empaquetado, prohibición de publicidad, promoción y patrocinio, y un punto básico: queda muy claro que los intereses de salud pública son irreconciliables con los intereses económicos de la industria. En el caso de la industria refresquera no se ha llegado a eso, pero es inevitable recordarlo.

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