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La Cultura de la Paz, Mediación Asociativa III

La mediación asociativa es una vía hacia la concordia y a la Cultura de la Paz, ésta conforme a la Organización de las Naciones Unidas, contenida en su Resolución A/52/13 de 1998, consiste en una serie de valores, actitudes y comportamientos que rechazan la violencia y previenen los conflictos tratando de atacar sus causas para solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación entre las personas, los grupos y las naciones.
Está tan arraigada la aplastante y violenta realidad en la sociedad que un cambio parece poco viable, pues hay quienes se oponen, sobre todo aquellos que viven en una aparente comodidad, resultado de un conformismo arraigado por inercia, sin percatarse que esa postura les hace cómplices de la descomposición del tejido social que propicia la violencia.
Esa realidad abrumadoramente hostil tiene como principal característica la respuesta violenta ante los conflictos y controversias en todos los ámbitos de interacción social, tanto individual como colectivamente.
Para sobrevivir o alcanzar casi todo tipo de metas, es frecuente que se prioricen necesidades e intereses individuales, pasando por encima de las necesidades e intereses de los demás, aplicando la idea de que el fin justifica los medios.
El ambiente cultural ha transformado a las personas en agentes que contribuyen, desde sus respectivos espacios de influencia, a fortalecer la práctica del abordaje destructivo de los conflictos. Ello ocurre al permitir que en las relaciones interpersonales influyan posiciones radicales de nuestra personalidad como el egocentrismo y la agresividad.
La constante de las culturas modernas es el egoísmo traducido en una actitud ante los conflictos en la que los otros solamente son aceptables en la medida en la que se ajusten a nuestro pensamiento, a nuestras ideas; el conflicto se aborda en apego a la máxima individualista primero yo, luego yo y después yo; en ese escenario lo importante es lo que la persona quiere y cómo lo quiere, y la solución debe girar alrededor de lo que la persona supone que está bien, que le conviene.
Esa actitud ante los conflictos es la principal causa de la tensión en las relaciones interpersonales y de la escalada de la violencia en todos los ámbitos en donde aquéllos surgen.
Vivimos en un mundo en el que la concordia es un distintivo que se debilita peligrosamente. Sin embargo, es menester identificar los factores que causan que la discordia sea el motor de la interacción social para lograr que sea la concordia lo que impere en nuestra sociedad.
La discordia está presente en los ámbitos de interacción social en todas sus dimensiones, así como sus efectos destructivos.
En los conflictos internacionales es evidente la discordia y sus consecuencias devastadoras en todos los continentes.
En los conflictos nacionales la podemos observar en los ámbitos político, social y religioso, por citar algunos.
En los conflictos estatales, regionales, municipales y comunitarios la discordia también es una constante acendrada, que difícilmente podrá ser transformada en concordia. El reto es enorme.
Los ámbitos fundamentales que han de atenderse permanentemente son las instituciones responsables de la socialización. A saber, la familia, la escuela y la comunidad. Dichas instituciones tienen el compromiso de propiciar el desarrollo integral de cada persona y la armonía de las relaciones de unos con otros. Es en esos ámbitos en los que se gestan las primeras manifestaciones de discordia y en donde se reproducen hasta escalar y manifestarse en conflictos internacionales. Eso debe corregirse.
La familia, la escuela y la comunidad son los espacios en los que interesa que la mediación ejerza sus efectos positivos que contribuyan a la formación de personas comprometidas con la concordia como modo de vida.
Como hemos expuesto en esta serie sobre la Cultura de la Paz, existe la mediación social que abarca la mediación familiar, la mediación escolar y la mediación comunitaria, esta última abarca la mediación condominal, de barrios y para mejorar la convivencia en organizaciones de cualquier tipo, ámbitos que hemos explorado en anteriores entregas.
Para que la mediación opere como vehículo de paz y concordia social, es necesaria la formación y multiplicación de mediadores pares, es decir, personas de los mismos contextos en los que los conflictos surgen. Excepto en los casos en los que los conflictos sean de carácter legal en los ámbitos familiar y comunitario, en los que el mediador ha de ser un profesional certificado.
En los ámbitos de mediación social mencionados, la mediación desde el enfoque asociativo es una metodología que puede contribuir si se logra una mayor práctica para la gestión y resolución de conflictos y de esta forma evitar ambientes de discordia.
El conflicto es una oportunidad para ser mejores y en consecuencia para consolidar la concordia.
Como lo expresó puntualmente la Canciller de Alemania Angela Merkel en reciente discurso, en estos tiempos de tensión derivada de la pandemia del coronavirus nuestras ideas sobre normalidad, vida pública e interacción social están siendo puestas a prueba.
Para limitar el riesgo de que uno infecte al otro todos debemos actuar con responsabilidad solidaria, de esa forma contribuiremos a frenar el virus, sólo así tendremos éxito. Además de cuidarnos también resulta indispensable que propiciemos la armonía, nos hará mucha falta.
Nuestra pretensión es la consolidación y expansión de la mediación, que es justicia consensuada, es democracia y es diálogo, es un poderoso vehículo para recuperar la paz.
Pascual Hernández Mergoldd es Abogado y mediador profesional.
Twitter: @Phmergoldd

