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Opinión

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Escándalo por los huachicoleros

Para erradicar el robo de combustibles se necesitan dos cosas: los medios técnicos adecuados y voluntad política para resolver con éxito el problema.

El robo de combustibles del que es víctima Pemex no tiene nada de nuevo. El tema ha motivado varias de las entregas que se han publicado en este espacio en tiempos recientes. La novedad reside en la forma en que después del enfrentamiento del Ejército con una población de huachicoleros en donde fueron asesinados cuatro soldados, el problema se transformó en un escándalo nacional. Sólo de esa manera se consiguió que las altas autoridades del país tuvieran que entrarle a un problema que se ha dejado crecer flagrantemente. ¿Por qué?

Un posible filón para entender la manga ancha es probablemente el de la colusión. ¿Cuántos empleados dentro del propio Pemex podrían haber participado en ese delito en beneficio personal? Toda vez que se trata de un secreto a voces, en su referencia al problema el secretario de Hacienda aludió a esta posibilidad. Y la otra hoja de la pinza se encuentra en la impunidad. ¡Nunca hay anuncios de captura de bandas con la identidad de sus integrantes!

El tema permite sacar a la luz no únicamente la faceta de la corrupción sino también su muy delicado aspecto político. Posiblemente dentro de la paraestatal ha favorecido la falta de decisión administrativa para atacar esas conductas delictivas la posibilidad de tener roces o incluso un enfrentamiento, con el poderoso sindicato de esa empresa y sus múltiples tentáculos saqueadores.

La economía del robo de combustibles es muy sencilla: la gasolina robada sale más barata que la que se puede adquirir legalmente y por eso es posible venderla por debajo del precio oficial. Y como no pasa nada a nadie meten al bote nuevos grupos delictivos son atraídos al jugoso negocio. ¡Sólo hay que conseguirse un cómplice dentro de la empresa productiva! Es decir, se trata de una inversión con barreras de entrada bajas.

La única forma de elevar esas barreras de entrada al negocio del robo de combustible hasta hacerlo prohibitivo sería mediante en combate eficaz de ese delito. Sin embargo, para lograr ese combate efectivo se necesitan los medios técnicos adecuados y, sobre todo, el otro elemento que ha faltado para resolver con éxito este gran problema público: voluntad política. Tal vez ahora, que fueron asesinados cuatro humildes soldados y que grupos delincuenciales se mostraron dispuestos a desafiar al Estado, éste se decida a cumplir con su función primordial: hacer cumplir las leyes.

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