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Opinión

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Devaluación de maestros

Si alguien piensa que una evaluación es lo único que nos separa de conseguir la meta de una educación de mayor calidad, debería pensarlo dos veces.

Una prueba estandarizada para concursar la admisión y promoción de los maestros sin duda puede ser un instrumento efectivo para seleccionar a lo mejorcito del pool de candidatos dispuestos a asumir una posición de maestro u otorgar ascensos a asesor técnico pedagógico, director o supervisor de zona escolar.

Evidentemente, el resultado de una prueba estandarizada es mucho más deseable que un sistema donde las plazas y los ascensos se otorgan discrecionalmente por consideraciones políticas, compadrazgo, corrupción y cualquier otro mecanismo no relacionado con las capacidades y el mérito.

Sin embargo, si alguien piensa que una evaluación es lo único o el principal factor que nos separa de conseguir la meta de una educación de mayor calidad, debería pensarlo dos veces.

Si la corrupción actual para la asignación de plazas es lo que más nos preocupa, un examen de admisión para concursar plazas o ascensos no nos quita el problema en automático. La corrupción podría trasladarse a formas más sofisticadas de corrupción, como es la venta de exámenes que ocurre en algunas de las carreras con mayor demanda en universidades públicas del país.

Aun cuando existieran mecanismos eficaces para evitar lo anterior, un estándar más alto para acceder a una plaza, si acaso promueve que se elija lo mejorcito del pool disponible. En años recientes, ya ha ocurrido que no hay candidatos suficientes que cumplan un estándar mínimo.

Como en cualquier industria, si usted quiere promover un buen desempeño del personal tiene dos vías complementarias, monitorear el desempeño de quienes están contratados, o bien, asegurarse de que quienes buscan el trabajo son los más motivados, los que se mueren de ganas por hacer ese trabajo. Quienes en un mundo donde todos los trabajos pagaran lo mismo, escogerían, en este caso, ser maestros.

Si usted lograra atraer a este último grupo, prácticamente no necesitaría monitorearlos. Por el contrario, si usted contrata a gente capaz, pero sin la motivación y la vocación necesaria, por más que los evalúe y les administre premios y castigos basados en evaluaciones, difícilmente obtendrá resultados excepcionales.

En México ya existen programas privados de educación gratuita que logran atraer a profesionistas que se mueren de ganas de ser maestros. Mientras las chambas de maestros estén limitadas a los normalistas, difícilmente atraerán a los mejores candidatos.

achacon@eleconomista.com.mx

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