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Decálogo de las inversiones Parte 1 de 4

Mucha gente tiene miedo a invertir, por el temor a perderlo todo. Hace pocos días un lector en Twitter me confesó que ese es uno de sus temores. Entre otras cosas, me preguntó: “¿Cuándo se está en riesgo de perderlo? ¿Inversiones mal planeadas, invertir en acciones? Quedarse sin dinero: una película de terror…”.
Lo curioso es que eso es exactamente lo que va a suceder si no aprendemos a invertir, porque el ahorro por sí mismo no es suficiente. Si no invertimos bien nuestro ahorro, no sólo no crecerá, sino que irá perdiendo poder adquisitivo por efecto de la inflación. Entonces nunca tendremos suficiente para vivir cuando ya no podamos trabajar.
La buena noticia es que siempre podemos controlar nuestro riesgo al invertir. De hecho, es el aspecto más importante de las inversiones. El problema es que muchísima gente persigue rendimientos y se olvida del riesgo. Por eso les va mal.
Además, mucha gente confunde inversión con especulación, cuando son actividades radicalmente distintas. Especular es más parecido a hacer una apuesta “informada”: si uno “le atina” puede ganar mucho, de lo contrario puede perderlo todo. Eso no es invertir.
Invertir, por el contrario, consiste en construir un portafolio diversificado con distintas clases de activos, de tal manera que, sin exceder de nuestra tolerancia al riesgo, pueda maximizar el rendimiento esperado en el horizonte de inversión planteado.
Esta definición tiene varios términos importantes que uno debe conocer: diversificación, distintas clases de activos, tolerancia al riesgo, horizonte de inversión, rendimiento esperado. Todo eso influye en el tipo de portafolio que es adecuado para nosotros.
Muchas personas cuando piensan en invertir, lo hacen en términos de un instrumento. Por eso frecuentemente me preguntan: ¿Me conviene comprar dólares en este momento que están “baratos”? ¿Debería comprar oro? ¿Qué acciones me recomiendas? ¿Cómo ves al Bitcoin?
Uno debería pensar más en términos de un portafolio de inversión: ¿Cómo encajan estos instrumentos dentro de esa estrategia? ¿Cómo los puedo combinar de manera que hagan sentido para mí?
Porque de lo contrario, estaré violando la primera regla de las inversiones que es controlar el riesgo. Hablando de eso, es importante entender qué es el riesgo en el contexto de un portafolio de inversión, porque no es como uno piensa. Riesgo significa volatilidad y se da porque todos los instrumentos de inversión cotizan en algún mercado.
Si pasas todo el día en un mercado de frutas y verduras, te darás cuenta que el precio de estos bienes cambia varias veces durante el día y que en locales diferentes hay precios distintos por bienes de calidad similar. A veces ciertos comerciantes no han vendido y ponen ofertas. A veces los compradores buscan negociar y comparar en distintos establecimientos.
En los mercados financieros pasa lo mismo: los precios cambian y se ajustan de acuerdo a la oferta y la demanda. Se van moviendo constantemente, unos más que otros, dependiendo del tipo de instrumento. A veces incluso se mueven en sentido contrario y compensan el movimiento del otro.
Algunas personas pueden tolerar mucha volatilidad: no se asustan si de repente abren su estado de cuenta y ven que el valor de su portafolio ha caído 30% en los últimos tres meses. Esto a otros les pondría muy nerviosos y les haría tomar decisiones precipitadas basadas en miedo, que muchas veces es irracional.
Por eso es importante la diversificación: combinando distintas clases de activos –unos más volátiles que otros y unos que tienden a apreciarse cuando otros están disminuyendo su valor, ayudando así a controlar la volatilidad de ese portafolio.
En fin, mi introducción ya se convirtió en la primera parte. En la siguiente columna entraremos de lleno al Decálogo de las Inversiones.

