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Cuba libre
De ser un proceso de liberalización económica y política, el reto para el régimen militar será procurar una transición hacia una sociedad de libertades.
La reconciliación diplomática con Estados Unidos puede ser una gran noticia para los cubanos si viene acompañada de libertades civiles, políticas y económicas.
El previsible levantamiento del embargo económico impuesto por Estados Unidos no es automático ni será incondicional. La reapertura de la Embajada de Cuba en Washington es apenas la inauguración de un proceso que puede ser largo y tortuoso. Revertir las leyes que han sostenido el bloqueo significará un proceso político, legislativo y administrativo mucho más complicado de lo que pudiera parecer en primera instancia. No faltarán de ambos lados opositores a la medida o quienes introduzcan obstáculos o condiciones que dificulten la transición.
Pero aunque se pudieran eliminar de un día para otro las restricciones del lado norteamericano al comercio, la inversión y turismo hacia Cuba, queda mucho por hacer del lado cubano antes de que pueda esperarse un impacto significativo sobre el nivel de vida y las posibilidades de desarrollo de los más de 11 millones de habitantes de la isla que hoy vive.
Las sanciones estadounidenses explican sólo una parte de las precarias condiciones de vida de la mayoría de la población de Cuba. Las principales restricciones vienen de dentro y han sido impuestas por el régimen de Castro. El embargo económico vino después de la abolición de la propiedad privada y de muchas restricciones a las libertades civiles, económicas y políticas de los cubanos. Sin esas libertades sería ingenuo esperar que el levantamiento del bloqueo económico cambiara por sí mismo las condiciones de vida de los cubanos.
Si somos optimistas y pensamos que la reconciliación diplomática es el banderazo de salida hacia un proceso incontenible de liberalización económica y política, el mayor reto para el régimen militar será procurar una transición ordenada hacia una sociedad de libertades. Elegir un modelo sensato no es trivial. Por ejemplo, Rusia y Chile afrontaron de forma muy distinta la transición del totalitarismo a la democracia y obtuvieron resultados diametralmente opuestos.
Continuando con el optimismo, la proximidad geográfica con Estados Unidos y los estrechos lazos con ese país a través de la migración podrían inclinar la balanza hacia un tránsito relativamente rápido a una sociedad de libertades gobernada por instituciones democráticas regidas por un sistema de pesos y contrapesos. Permitir esa transición sería un gran legado de los Castro.