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Opinión

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Claudianomics II

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Bruno Donatello

Claudianomics: la continuidad estricta de Pejenomics es imposible, por los muchos frentes de vulnerabilidad que se han abierto.

¿Cómo será Claudianomics una vez que el siguiente sexenio logre despegar? ¿Acaso tendrá funcionalidad o se mantendrá la tendencia, que ya casi es estructural, al estancamiento económico? Se entiende por Claudianomics a la estrategia económica que aplicará la próxima administración. Pejenomics no logró darle a la economía mexicana lo que necesita casi con desesperación: un ritmo de crecimiento rápido y autosostenido. ¿Por qué? Ya se dijo en la pasada entrega de la presente serie. Los componentes tóxicos de Pejenomics resultaron demasiado poderosos en su fuerza destructiva y terminaron minando la propensión general a la inversión. Se cancelaron discrecionalmente muchos proyectos, se inhibieron innumerables inversiones, se creó deliberadamente un ambiente de hostilidad e incomprensión frente a la iniciativa empresarial. Todo ello, teniendo como telón de fondo que el 85% de la inversión es privada.

En la tremenda incertidumbre en la que se encuentra sumida actualmente la economía, se nos aparece, sin embargo, con toda claridad un diagnóstico difícilmente discutible. La continuidad estricta de Pejenomics es imposible por los muchos frentes de vulnerabilidad que se han abierto. La continuidad de Pejenomics es indeseable, en la medida en la que la economía mexicana tiene que salir de la parálisis en la que se encuentra. El signo distintivo de Claudianomics debe ser el del pragmatismo militar: reforzar los esfuerzos que dan éxito y alejarse de las fórmulas que no han resultado viables.

En la muy difícil coyuntura actual de transición transexenal, el muy polémico y controversial paquete de reformas propuesto al Congreso se ha conformado en un elemento tóxico adicional que pende sobre la marcha de la economía. La amenaza es tan nítida, que los mercados financieros han reaccionado de manera correspondiente. Particularmente el mercado cambiario. Una reacción que nada tiene que ver con la supuesta contundencia de los resultados electorales. Las señales son inequívocas, hasta para el observador más miope.

Paradójicamente, en el contexto internacional, la economía mexicana se encuentra ante una perspectiva muy prometedora. La de aprovechar la relocalización masiva de empresas estadounidenses que se alejan de China a otros destinos de ubicación. La posibilidad es tan promisoria, que podría atraer a México muchas inversiones en gran volumen, dando lugar a un repunte productivo. Un repunte en la actividad económica que haga innecesaria una reforma fiscal. Una reforma fiscal, una amenaza que siempre agrede y preocupa. Lo que hay que reforzar son las tendencias positivas. Reforzarlas e inducirlas. Tal vez con Claudianomics.

bdonatello@eleconomista.com.mx

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