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CDMX, entre las más caras del mundo: ¿reto u oportunidad?

La Ciudad de México (CDMX), reconocida por su rica historia, diversidad cultural y atractivas actividades, ha experimentado una transformación notable en los últimos años al convertirse en uno de los destinos más costosos para vivir en el mundo. Este cambio radical se evidencia en el informe bianual de la revista británica The Economist, que revela que la CDMX ha escalado impresionantemente 60 posiciones en solo dos años, situándose ahora en el puesto 16 de las ciudades más caras del planeta.
La explosión de precios que ha llevado a esta reubicación en el índice es un fenómeno que ha tomado a muchos por sorpresa. En 2022, la ciudad ocupaba la posición 76, lo que refleja un vertiginoso ascenso que la coloca por encima de Milán, Munich y Washington DC. Este cambio, sin embargo, no solo afecta a la CDMX, ya que otras grandes urbes mexicanas como Monterrey, Aguascalientes y Guadalajara también han experimentado incrementos significativos en el costo de vida. Las causas: el fortalecimiento del peso, las altas tasas de interés y una "fuerte inversión interna". Singapur sigue encabezando la lista general, y ocupa el mismo lugar que Zurich (Suiza), que vuelve a estar en lo más alto después de tres años. Nueva York (Estados Unidos) que ocupó el primer lugar el año pasado, esta vez descendió a la tercera posición, empatando con Ginebra (Suiza). La ciudad más barata del mundo sigue siendo Damasco (Siria), importante dato para tener perspectiva.
La apreciación del peso mexicano, que se fortaleció en un 15% para 2023, ha contribuido en gran medida a que la CDMX sea menos asequible para los extranjeros. La conversión de precios a dólares estadounidenses, moneda de referencia en el índice, ha acentuado la percepción de costos elevados. La explicación de The Economist destaca cómo los bancos centrales de la región actuaron agresivamente para reducir la inflación, provocando la apreciación de las divisas. Los bancos centrales de gran parte de América Latina estuvieron entre los primeros en seguir los aumentos de las tasas de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos, para respaldar sus monedas. Como resultado, el peso mexicano y el colón costarricense se habían apreciado frente al dólar estadounidense en el momento en que The Economist realizó su encuesta. Asimismo, los precios también se han visto impulsados por una fuerte inversión interna como resultado del nearshoring y el boom del trabajo remoto.
El dato anterior es relevante pues la metodología de The Economist para elaborar este índice destaca como elemento clave la medición de la asequibilidad para extranjeros, no para los locales. Este enfoque se diseñó inicialmente para calcular paquetes retributivos de expatriados y viajeros de negocios, lo que significa que la perspectiva del análisis no abarca las condiciones específicas de los residentes locales. Sin embargo, el dato no deja de ser revelador para interpretar la realidad local. El índice toma en cuenta una amplia gama de 200 productos y servicios en 173 ciudades, con mediciones realizadas en marzo y septiembre de cada año.
El aumento en el costo de vida en una ciudad puede tener varios efectos, tanto positivos como negativos para el gobierno local. Algunos de los posibles beneficios incluyen el aumento en los ingresos fiscales para el gobierno local. Con precios más altos, los impuestos sobre bienes raíces, transacciones inmobiliarias y otros impuestos locales pueden generar mayores ingresos. Asimismo, con más ingresos disponibles, el gobierno local puede invertir en el desarrollo de infraestructura y servicios públicos de calidad, como carreteras, transporte público, parques y servicios sociales que mejorarán la calidad de vida de los residentes y harán que la ciudad sea más atractiva. Ahora, si bien es cierto que una ciudad más cara puede ser percibida como más próspera y atractiva para la inversión extranjera, esto podría generar un flujo de inversión que beneficie a la economía local y atraiga más empresas internacionales y nacionales, incluso a los más insospechados; un dato curioso: capitalinos afirman que las camionetas del ropavejero que “compran fierro viejo” ya reproducen su grabación en inglés y ¡hasta francés! en algunas colonias como la Condesa, la Roma, la del Valle y la Narvarte.
En clave positiva, lo esperable sería que un entorno económico más robusto en una ciudad más cara impulse la creación de empleo de mejor calidad, atraiga a profesionales altamente capacitados y genere oportunidades laborales mejor remuneradas. Este ambiente, entonces, promovería una mayor oferta educativa, atención médica y seguridad, lo que contribuiría también a una mejor calidad de vida para los residentes y a incrementar la oferta de oportunidades profesionales y culturales, lo que puede incentivar mejoras en la calidad del talento en tanto se genera entorno dinámico que fomente la innovación.
Sin embargo, a pesar de estos posibles beneficios, es crucial abordar los desafíos relacionados con el encarecimiento económico, como la posible exclusión socioeconómica, la falta de vivienda asequible y la presión en el bolsillo de las clases medias por el alza de precios que se traduce en un aumento en los costos de vivienda, alimentos, transporte y otros servicios básicos, afectaciones directas al presupuesto de los residentes. En 2023, por ejemplo, este fenómeno conocido como “gentrificación” se reflejó en un aumento en las rentas del 118% en las 9 colonias más solicitadas por los llamados “nómadas digitales”, esto es, los extranjeros que han llegado a vivir al país y que trabajan en compañías extranjeras vía remota. Esto puede provocar crisis de vivienda, desplazamientos y un aumento en la falta de acceso a hogares adecuados ya que los aumentos de precios pueden obligar a que los residentes de bajos ingresos abandonen las áreas urbanas centrales en busca de viviendas más asequibles en la periferia, lo que afecta su calidad de vida. Además, la llegada gradual de nuevos habitantes con mejor poder adquisitivo podría impactar en la congestión vial, la calidad del aire y la presión por servicios como agua, internet, electricidad y medios de transporte.
Por ello, las políticas públicas de desarrollo urbano pueden verse comprometidas ante la presión para acomodar el crecimiento y tomar decisiones que no son sostenibles a largo plazo en términos de planificación urbana y uso del suelo como resultado del crecimiento inmobiliario, como solución se ha planteado, por ejemplo, el uso del teleférico o cablebús, cuyo proveedor apuesta por el desarrollo de más sistemas en la ciudad para acercar a la población desplazada en las alcaldías de Tlalpan y Magdalena Contreras, e incluso extenderlo al Estado de México para expandir la red que ya suma 32.5 km. De acuerdo con el quinto informe de gobierno del Poder Ejecutivo de la CDMX, “las Líneas 1 y 2 de Cablebús permiten reducir el tiempo de traslado de los habitantes de las zonas altas en, al menos, 50%. Es un modo de transporte público seguro, sustentable y eficiente. Su enfoque social mejora la calidad de vida de los habitantes de las zonas altas de la ciudad y reduce la desigualdad.”
Otra idea de política pública podría ser el impulso al transporte público eficiente que mejore y expanda los sistemas de transporte público para reducir la presión sobre el tráfico y hacer que las áreas periféricas sean más accesibles.
Para abordar estos desafíos, los gobiernos locales pueden innovar diversas políticas públicas, entre las que se incluyen el impulso a ampliar la vivienda social asequible que aumenten la oferta, o establezcan incentivos para desarrolladores y regulaciones que promuevan la accesibilidad, y ofrezcan incentivos fiscales para empresas que contribuyan al desarrollo económico y la creación de empleo. Para ello, se requiere innovar en impuestos, implementar prácticas de desarrollo urbano sostenible que equilibren el crecimiento económico con la preservación del medio ambiente y la calidad de vida para incentivar soluciones más justas y equitativas para los afectados por el aumento de precios, involucrar a la comunidad en el proceso de planificación urbana y garantizar que las decisiones reflejen las necesidades y aspiraciones de los residentes locales.
Regresando al ejemplo de la gentrificación, la Secretaría de Turismo de la CDMX calcula que en el mundo hay actualmente 30 millones de nómadas digitales, de los cuales la mitad son estadounidenses. Si la CDMX captara 5% de ese mercado, obtendría ingresos anuales por 3,720 millones de dólares. Por ello, en septiembre de 2023, la diputada local del PAN, Frida Guillén, presentó una iniciativa para modificar el Código Fiscal capitalino a fin de gravar con 1 UMA ($103.74) por noche adicional –por el concepto de “derechos de saneamiento urbano”- a extranjeros que permanezcan más de 20 días habitando en la ciudad. La legisladora propuso también que se etiquete ese ingreso fiscal para destinarlo a la implementación de proyectos de desarrollo urbano, transporte y vivienda social en la CDMX.
Es fundamental que estas políticas se diseñen de manera integral y se adapten a las necesidades específicas de cada ciudad, buscando un equilibrio entre el crecimiento económico y la equidad. En materia de empleo, los gobiernos locales pueden implementar políticas que fomenten la creación o la mejora continua de los empleos mediante la capacitación para mejorar la calidad de la oferta laboral y enlazar aumentos en productividad con incremento en el ingreso disponible, lo que promovería un impulso a la capacidad adquisitiva de los residentes locales sin necesidad de atarlos de manera permanente a subsidios o programas sociales.
La radiografía que nos ofrece la revista The Economist revela una situación que no debemos obviar en cuanto a afectaciones a los residentes locales pero también a oportunidades que el fenómeno puede presentar. El ahorro y la inversión responsables, la exploración de inversiones estratégicas y la búsqueda de oportunidades seguras para tomar decisiones financieras informadas pueden ser oportunidades que permitan a los gobiernos y residentes locales aprovechar el momentum, dentro de la complejidad económica y social que presentan las metrópolis.
*La autora es Directora de Inteligencia Más y maestra en Gobierno y Políticas Públicas en la Universidad Panamericana