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Aviones, trenes y comida
Las comidas en desplazamiento nos sirven para ver qué condiciones de la alimentación y de la vida social están interrelacionadas.
Las comidas en desplazamiento nos sirven para ver qué condiciones de la alimentación y de la vida social están interrelacionadas.
Las comidas que consumimos en aviones o en trenes generalmente tienen un papel utilitario: el de saciar el hambre de los viajeros mientras llegan a destino. En la percepción social de estas comidas, se tiene poca expectativa sobre el menú en un avión o en un tren. Pero ¿desde cuándo comemos en los trayectos? ¿Esta percepción ha cambiado con el paso del tiempo?
Desde el auge del ferrocarril, sobre todo en Europa durante el siglo XIX, podríamos remontarnos a pensar cómo se constituían las comidas de los viajeros. Un factor muy importante de aquellos tiempos es que los viajes no eran una cuestión de turismo o placer como los tenemos interiorizados hoy en día, sino una cuestión meramente utilitaria. De esta manera, las comidas a bordo de los trenes no aparecieron inmediatamente con la llegada del ferrocarril. A medida que se fue extendiendo la red ferroviaria por toda Europa, los trayectos se fueron haciendo más largos, y las necesidades de confort provocaron innovaciones como la cabina para dormir y el vagón comedor. Entre las dificultades que éstos tenían, estaba la inexistencia de una conexión intervagones, por lo que el tren tenía que pararse para que los pasajeros pudieran cambiarse de vagón para comer algo. Los vagones comedores, así como los boletos, estaban clasificados en diferentes clases, con diferentes productos que iban escalando en precio según la clase. Los primeros vagones comedores tenían muchas complicaciones a nivel seguridad, puesto que literalmente era una cocina armada dentro del vagón, sin mucha ventilación ni medidas de seguridad en caso de incendio.
Hoy la comida del tren se ha simplificado sustancialmente, desde un snack hasta un sándwich. Las maneras de preparar se han industrializado con empresas de catering especializadas en las comidas a bordo, además de que la oferta de snacks preempacados ha facilitado el acceso a diferentes tipos de comida. hoy en día, en algunos países, cuando existe un retraso importante en el horario del tren, las compañías ofrecen toda una comida gratis a los pasajeros para resarcir el daño.
La comida en los aviones, por su parte, ha visto una evolución diferente a la de los trenes. En inicios del siglo XX, por los años 30, los vuelos comerciales eran muy diferentes de lo que conocemos ahora en cuestión de estabilización del avión en las turbulencias y la presurización de la cabina. En este sentido, la principal preocupación de los pasajeros era llegar con bien a su destino y no saciar su hambre. Con el tiempo, las aerolíneas fueron introduciendo los conceptos de comida preparada dentro del avión y por increíble que parezca se regalaban cigarros para fumar en cabina. El pollo frito servido frío era asociado a viajes en aviones, así como las palomitas se asocian con el cine. Con el tiempo, se fueron sofisticando las herramientas para calentar comida. En 1973 la aerolínea francesa UTA fue una de las primeras en introducir el concepto de comida supervisada por un chef, en este caso Raymond Oliver. Preparar, calentar y salvaguardar la inocuidad de comida en el avión no es fácil, además de que la presurización tiende a deshidratar alimentos. Es por estas cuestiones que socialmente durante mucho tiempo la percepción de la comida del avión fue comparada a comida de hospital. Después del 11 septiembre, las comidas de los aviones enfrentaron desafíos serios en el diseño de vasos y cubiertos por cuestiones de seguridad.
hoy en día las aerolíneas ponen más cuidado en la preparación y diseño de menús, tomando en cuenta incluso aspectos culturales. Además, hoy es posible ordenar con anterioridad al viaje menús especiales con dietas kosher, vegana, libre de gluten, etcétera.
Estos aspectos nos hacen pensar, sin duda, en cómo se refleja algo que para muchos puede carecer de importancia, y para algunos otros, por ejemplo para los historiadores, sirve como objeto de estudio para describir cómo ha evolucionado nuestra alimentación.

