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Opinión

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Aquelarre multinacional

Mediante sofisticada ingeniería fiscal, multinacionales juegan a dónde quedó la bolita, aprovechando los acuerdos para evitar la doble tributación.

Reunidos en torno al hirviente caldero de discusión atizado por la austeridad fiscal, los brujos de las finanzas públicas del G-20 y la OCDE le siguen cocinando a las multinacionales un jugoso caldo.

El proyecto BEPS (Traslado de Utilidades y Erosión de la Base Tributaria), encabezado por la OCDE, busca la cooperación internacional para cerrar los huecos legales que aprovechan muchas multinacionales para mover sus utilidades alrededor del mundo y reducir sus obligaciones fiscales.

Mediante sofisticada ingeniería fiscal o burda simulación, muchas multinacionales juegan a dónde quedó la bolita aprovechando los acuerdos para evitar la doble tributación entre países y las diferencias internacionales en la legislación tributaria sobre precios de transferencia, establecimiento permanente, tratamiento de intereses, dividendos y regalías.

La OCDE estima que el valor anual de los impuestos evitados por las multinacionales está en el rango de 4 a 10% de la recaudación global de impuestos empresariales, con una pérdida de entre 100 y 240,000 millones de dólares. Aunque hay que tomar ese cálculo con un grano de sal, la evidencia de la OCDE suena elocuente. Por ejemplo, en países con bajas tasas impositivas, las utilidades de multinacionales como proporción de su base local de activos son del doble que para las mismas compañías en países con altas tasas impositivas. Según la OCDE, las economías emergentes son las más afectadas en la medida que dependen más de los impuestos a la renta empresarial.

El plan de ataque es ambicioso y parece razonable, aunque implica gigantescos retos de implementación. El BEPS plantea el objetivo general de gravar las utilidades en donde se realizan las actividades que generan el valor agregado, pero evitando la doble tributación, que podría desincentivar la inversión extranjera directa. Lograrlo requerirá cooperación e intercambio de información sin precedentes, así como complicados cambios legales en cada país para homologar prácticas y estándares contables, financieros y fiscales. El plan incluye consolidar más de 3,500 acuerdos bilaterales para evitar la doble tributación en un marco común negociado multilateralmente por 90 países.

Hacienda ya anunció la acometida a 20 multinacionales que sin duda librarán épicas batallas para defender sus utilidades globales. Aunque las firmas especializadas en gestión internacional de impuestos tendrán que ponerse más creativas, mi pronóstico es que el BEPS les hará su agosto al incrementar el valor de sus servicios.

achacon@eleconomista.com.mx

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