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Anti-anti-vaxxers
Después de un brote de sarampión que surgió en Disneylandia y que ha contagiado a más de 102 personas en 14 estados, en el país vecino se ha desatado toda una discusión pública en torno a los méritos o riesgos de la vacunación. Incluso, el debate ha salido de la esfera de la salud pública y ha entrado a la esfera político-electoral en ese país.
El sarampión había sido declarado erradicado en ese país desde el 2000, hace 15 años. Esta discusión parecería ociosa después de todos los argumentos que ha arrojado la investigación científica en el mundo en torno al papel fundamental de la vacunación en la prevención de enfermedades infecciosas y la consecuente caída en la tasa de mortalidad infantil. Pero no. Hay todo un movimiento antivacunación de moda, comúnmente conocido como Anti-vaxxer.
¿Quiénes son? Este movimiento está compuesto por otros médicos, pseudocelebridades e individuos que tienen una profunda desconfianza en el gobierno. La cuna del movimiento es California. Un grupo de individuos privilegiados en este estado promueve una vida completamente natural para sus hijos. Lo natural incluye, entre otras cosas, el uso de vehículos híbridos, el consumo de comida orgánica y nada artificial o químico para sus hijos. Hasta aquí el movimiento parece inofensivo y totalmente atractivo. Sin embargo, en las cosas químicas, artificiales, no naturales, están incluidas las vacunas. Están convencidos de que éstas son las causantes del autismo.
¿Cuáles son su argumentos?
Un artículo publicado en el Huffington Post resume y refuta los seis argumentos que esgrimen los promotores antivacunación:
1.- No hay evidencia de que las vacunas NO causen autismo. La Academia Americana de Pediatría ha publicado una lista de más de 40 estudios que demuestran que no hay una relación entre la vacunación y el autismo.
2.- Un estudio inglés encontró una relación entre vacunación y autismo. Sí, el estudio se publicó en The Lancet en 1998. Sin embargo, el estudio fue retirado y al médico que lo encabezó se le retiró su licencia médica.
3.- Existen muchas anécdotas de niños que desarrollaron autismo después de ser vacunados. No hay alguna razón para creer que las vacunas causaron el autismo. Correlación no implica una relación causal. Y anécdotas no son lo mismo que prueba científica.
4.- A nadie le debe importar si vacuno o no a mis hijos. Por supuesto que importa. Los padres que no vacunan a sus hijos ponen en riesgo la salud de otros niños que no han podido ser vacunados porque no tienen la edad adecuada para ciertas vacunas o que no pueden ser vacunados por otras razones. Cuando el número de niños no vacunados rebasa cierto límite, la inmunidad de una comunidad se ve comprometida. Entonces sí importa e importa mucho. Pueden decidir consumir comida orgánica y a nadie le debe importar, pero el caso de las vacunas es distinto.
5.- Las vacunas pueden sobrecargar el sistema inmunológico de los niños. Desde bebés, todos estamos expuestos a un sinnúmero de virus. La mayoría de los médicos coincide en indicar que el sistema inmunológico de los niños puede manejar múltiples vacunas a la vez.
6.- La inmunidad natural es mejor que la inmunidad generada por la vacunación. La inmunidad natural es generada cuando el cuerpo contrae enfermedades infecciosas y lucha exitosamente en su contra. La ciencia demuestra que la respuesta inmunológica de aquéllos que han sido vacunados es igual de efectiva que la de aquéllos que han contraído alguna enfermedad infecciosa.
¿Convencerá la epidemia de sarampión a más padres para que vacunen a sus hijos? ¿O los mensajes en su contra los alienarán y radicalizarán su postura? ¿Continuarán los políticos de aquel país tomando el movimiento antivacunación como bandera para conseguir votos? ¿O asumirán su responsabilidad con la salud pública?