Obama vuelve a retroceder en Siria

Durante varios años, la política de la administración del presidente Obama hacia Siria ha estado atrapada en un ciclo de fracaso. El secretario de Estado, John F. Kerry, está negociando acuerdos con Rusia para poner fin a los combates o crear un nuevo gobierno en Damasco, al tiempo que advirtió que si no son respetados por el presidente ruso, Vladimir Putin, o el presidente sirio, Bashar al-Assad.

Estados Unidos considerará otras opciones, tales como un mayor apoyo a los rebeldes sirios.

En todos los casos, los regímenes ruso y sirio han traicionado sus compromisos; sin dejar de bombardear zonas civiles, emplean armas químicas y niegan ayuda a las comunidades sitiadas. Y no es de extrañar: cada vez que la respuesta de EU ha sido la de regresar hacia los rusos, y para ello ofrecen más concesiones, éstos piden otra cosa.

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Y así va otra vez. Altos funcionarios de Estados Unidos han confirmado públicamente que Siria y Rusia han gravemente violado un cese de hostilidades negociado por Kerry en febrero. Ellos han seguido atacando a los rebeldes apoyados por occidente, deliberadamente dirigen ataques a hospitales y otras infraestructuras civiles, y bloquearon convoyes de ayuda para las ciudades sitiadas, donde los niños están muriendo de hambre.

Kerry advirtió que la consecuencia de cualquiera de las infracciones sería un plan B de apoyo intensificado estadounidense hacia los rebeldes anti-Assad.

En cambio, como Josh Rogin de The Washington Post ha informado, el gobierno emitió una nueva propuesta a Moscú en la que ofreció a Putin lo que él había estado buscando durante meses: una mayor colaboración entre Estados Unidos y Rusia contra los rebeldes anti-Assad considerados como terroristas.

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A cambio, Rusia, una vez más, prometió frenar su bombardeo en contra del régimen de Assad en las zonas donde se encuentran las fuerzas respaldadas por occidente.

Como varios expertos en Siria dijeron a The Washington Post, es un acuerdo cuyo resultado tangible solamente sería un reforzamiento del régimen de Assad - cuya implacable brutalidad ha facultado al Estado Islámico y Al Qaeda-. La colaboración EU-Rusia apuntaría a una rama de Al Qaeda llamada Jabhat al-Nusra, cuyas fuerzas están luchando contra el régimen de Assad en varias áreas, incluyendo la ciudad clave de Alepo.

En la práctica, las fuerzas de Jabhat al-Nusra se mezclan con otras unidades rebeldes; muchos combatientes sirios se unieron a los presuntos terroristas por razones prácticas más que ideológicas.

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Un asalto contra ellos podría tener el efecto de permitir que el régimen de Bashar Assad logre lo que dice que es su principal objetivo, la recaptura de la ciudad de Alepo, lo que inclinaría la balanza de la guerra civil a su favor.

Los rebeldes antiAssad respaldados por occidente podría ser socavados decisivamente, incluso si Rusia y el régimen sirio respetan las zonas de exclusión de bombardeo que, dada la historia de los acuerdos anteriores, es una perspectiva muy poco probable-.

Los funcionarios de la administración de Obama dicen no tener otra alternativa que seguir a Putin. El anterior plan B, con más apoyo a los rebeldes, no haría más que provocar más enfrentamientos con pocos resultados, dicen.

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Es la misma lógica que el presidente Barack Obama ha utilizado para desviar propuestas de acción de Estados Unidos en apoyo de las fuerzas anti-Assad desde el 2012 aun cuando el país y la región alrededor de ella se centran cada vez en una espiral de derramamiento de sangre, caos y crisis humanitaria.

Obama parece estar firmemente determinado a no aprender nada de sus errores trágicos en Siria. La última propuesta de Estados Unidos, si es aceptada por Putin, podría agravar el daño.

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mfh