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Geopolítica

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¿Aún existen dudas sobre la vigencia de la Unión Europea?

Una encuesta realizada por Pew reveló que el sentimiento negativo hacia la Unión Europea podría estar mejorando a lo largo de Europa, incluso en el Reino Unido.

El 23 de junio del 2016 los ciudadanos del Reino Unido emitieron su voto en un referéndum de carácter consultivo que tuvo implicaciones directas en las decisiones posteriores de la vida política de los países que conforman la Gran Bretaña, sin que se puedan aún calcular con precisión las económicas. La decisión de alejarse política y económicamente de la Unión Europea fue tomada con un cierto resentimiento que parecía extenderse por el continente. Hoy parece que ese sentimiento no sólo se está calmando sino que da la impresión de virar hacia un terreno en donde la opinión es positiva; sin embargo los pro UE aún no pueden cantar victoria.

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Casi un año después del referéndum que dio como resultado la decisión del Reino Unido de dejar para siempre la Unión Europea (UE), el lunes 19 de junio iniciaron las negociaciones para que inicie el proceso formal de divorcio. Los británicos parecen haber aceptado las condiciones sobre las reuniones sugeridas por los dirigentes del bloque político y económico.

Las intenciones del Reino Unido pasan por querer negociar en paralelo el divorcio con la UE y diseñar las futuras relaciones con los europeos (políticas y económicas). Acciones que no son total prioridad para los miembros de la UE, que descartan hablar del futuro sin lograr avances en sus prioridades para la separación.

Las prioridades de los países que aún son miembros se deben en parte a la factura que debe pagar Londres por sus compromisos adquiridos con los 27 países que se quedarán en la UE. Según estimaciones el costo podría ascender hasta los 100,000 millones de euros. Otro de los temas que se antojan complicados son las negociaciones que definirán el destino y los derechos de los cientos de miles de europeos que radican en el Reino Unido y viceversa.

El sentimiento anti EU parecía que se extendía durante el 2016 con fuerza a lo largo de los países miembros. Países que celebraron elecciones después de la consulta británica notaron incrementos en las voces que pugnaron por el abandono del acuerdo firmado tras la Segunda Guerra Mundial con el que se creó la UE.

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Por ejemplo, en las más recientes elecciones en Francia, la candidata de extrema derecha Marine Le Pen, una abogada de 48 años incluyó en sus propuestas el negociar con Bruselas la salida de la zona euro y celebrar un referéndum, como el británico, sobre la adhesión a la UE. Aunque al final se impuso Emmanuel Macron, el sentimiento anti europeo que rondaba en Gran Bretaña, se ha replicó en Francia y en estas elecciones ha dado un golpe sobre la mesa: menos del 50% de los franceses apoyaron a los candidatos que apoyan a la UE, 49.44% de los votantes apoyaron a Macron, François Fillon del Partido de los Republicanos y Benoît Hamon del Partido Socialista.

Pero el sentimiento que implica que las poblaciones de diferentes países opten por querer abandonar la UE no es sólo político, obedece a un discurso antiinmigración y pro nacionalista que atrae a las clases populares, las poblaciones rurales, que se perciben como los olvidados de la globalización, sobre todo a la luz de las recientes crisis económicas mundiales; con esas ideas se capitaliza el hartazgo ante el desempleo que parecía, hasta hace unos años, endémico de la región.

Sin embargo una reciente encuesta realizada por el Centro de investigaciones Pew reveló que el sentimiento hacia la UE podría estar mejorando, incluso los votantes británicos, que optaron por retirarse de la UE, han mejorado notablemente sus puntos de vista sobre la institución basada en Bruselas, Bélgica.

La encuesta fue realizada a 9,935 personas en Francia, Alemania, Grecia, Hungría, Italia, Holanda, Polonia, España, Suecia y Reino Unido; países en los que, en conjunto, estos miembros de la Unión Europea representan aproximadamente el 80% de la población de la UE y el 84% de la economía de la UE.

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Los resultados indican que mientras que pocos ciudadanos del continente europeo aún desean ver salir a su país de la UE, muchos quieren tener la oportunidad de hacerse escuchar a través de su propio referéndum sobre la adhesión a la UE. Una media de sólo el 18% en las nueve naciones continentales de la UE encuestadas (se excluye al Reino Unido por el Brexit) quiere que su propio país abandone la UE. Grecia e Italia son el hogar del mayor apoyo para la salida, pero incluso en estos países más de la mitad quiere seguir siendo una parte del proyecto europeo.

Las frustraciones con Bruselas se mantienen en lo que se refiere a la gestión económica y al tratamiento de la cuestión de los refugiados.

Cuando se les pregunta si quieren que su gobierno nacional tome decisiones sobre el movimiento de personas hacia su país y el comercio con otras naciones, aproximadamente la mitad o más de los países encuestados responden: "Sí".

Por otro lado, una media del 51% prefiere que sus propios gobiernos, y no Bruselas, negocien futuros acuerdos comerciales con el resto del mundo.

Sin embargo, no ha desaparecido por completo la insatisfacción con el modelo propuesto en la UE y la situación actual en Europa. Lo que posiblemente refleja esas frustraciones es que una media de 53% de los encuestados en los nueve países europeos, excluyendo obviamente al Reino Unido, que apoyan tener sus propios referendos nacionales sobre la continuidad de la adhesión a la UE.

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