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Inclusión financiera, la huella de los padres en las decisiones económicas de los hijos
La manera en que las familias abordan temas como el ahorro, la desconfianza hacia los bancos y la gestión del dinero influye no solo en los hábitos financieros individuales, sino también en las oportunidades de inclusión financiera y movilidad social de las nuevas generaciones.

Las habilidades, la confianza y las actitudes, que a su vez se definen en gran parte por las conductas financieras y económicas observadas.
La trasmisión de las actitudes, creencias y educación financiera de los padres a sus hijos constituye una parte de las circunstancias de vida y formación de hábitos que determinan los comportamientos financieros de las personas.
“¿Por qué gestionamos nuestras finanzas de la manera en que lo hacemos? ¿Qué determina la variabilidad de conductas en torno a acciones como el ahorro o el endeudamiento? ¿Qué nos motiva a usar productos financieros?”, se pregunta en el estudio Informe de movilidad social en México 2025: la ruta hacia la inclusión financiera.
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El análisis realizado por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), refiere que los comportamientos financieros son determinados por variables como el conocimiento, las habilidades, la confianza y las actitudes, que a su vez se definen en gran parte por las conductas financieras y económicas observadas (funcionamientos financieros).
Y es que, de acuerdo con el estudio, que se basa en la información de la Encuesta ESRU de Movilidad Social en México 2023 (ESRU-EMOVI 2023), refiere que, en el caso de los padres, los datos muestran que 89% no tenían seguros, 83% no visitaban sucursales bancarias, 73% no llevaban un presupuesto o registro de sus gastos e ingresos, 70% no hablaban de dinero con sus hijos y 63% no ahorraban.
“Los resultados muestran una influencia clara de la situación de origen de la persona encuestada, expresada en las conductas y actitudes financieras de sus padres, y en sus propias decisiones financieras”, establece el estudio.
La herencia de conductas financieras
La información analizada muestra que, en el ámbito de la vulnerabilidad financiera, la mayor frecuencia (48%) en lo que respecta al estrés frecuente por razones de dinero. Mientras que, en cuanto a las prácticas financieras en el hogar de origen, la de mayor recurrencia es la del ahorro en efectivo dentro de la vivienda, con 47 por ciento.
“Aunado a lo anterior, cabe resaltar que 33% señala que sus padres desconfiaban de los bancos u otras instituciones financieras. Por último, en cuanto a acciones directas, el 53% reporta que sus padres le daban dinero para gastar, y el 40% menciona que le enseñaron a administrarlo”.
De esta manera, existe una asociación importante entre la inclusión financiera de los padres con la de sus hijos. “En particular, entre las variables socioeconómicas, la educación resulta clave para romper el vínculo con las conductas de origen. Alcanzar estudios de secundaria o profesionales reduce dicha transmisión para varios de los productos financieros.
El caso más notorio es el de las cuentas de nómina: mientras que, en el segmento de la población que terminó la primaria o menos, 82% de las personas entrevistadas cuyos padres no tenían cuenta de nómina tampoco tienen, dicha proporción se reduce a 65% para las personas entrevistadas que estudiaron secundaria, 51% para las que cuentan con preparatoria, y 36% para quienes alcanzaron estudios profesionales o un grado superior. En el caso de las tarjetas departamentales también se observa un patrón similar”.
Diferencias por género
De acuerdo con el estudio, se observa una inercia intergeneracional en el comportamiento financiero de las personas entrevistadas y que, la transferencia de creencias, hábitos y educación financiera de padres a hijos está relacionada con las normas sociales de género, pues dicho comportamiento financiero de los hijos y las hijas varía respecto a éste.
En específico, los hombres tienden a replicar en mayor medida las creencias y actitudes financieras de sus padres, en comparación con las mujeres: en lo que respecta a llevar las cuentas, la selección de productos financieros, el modo de ahorro y el hecho de hacer un presupuesto.
“En este sentido, parte de la explicación de la diferencia entre hombres y mujeres estaría más bien relacionada con el hecho de que los padres expusieron menos a sus hijas a los temas que conciernen a la gestión del dinero, y esto se puede interpretar como consecuencia de las normas sociales de género.
Finalmente, cabe señalar que la transmisión de la desconfianza hacia las instituciones financieras es el comportamiento con mayor inercia para ambos sexos; aunque si bien la diferencia no es estadísticamente significativa, esto demuestra que la transmisión de la desconfianza está generalizada entre la población”.
El estudio establece que hay una naturaleza multifactorial de la inclusión financiera y la función de la estratificación económica y social que en nuestro país produce barreras para la movilidad social y el acceso a mercados capaces de romper dichas desigualdades, como en el caso del sector financiero.
“El uso de los productos financieros por parte de las y los mexicanos de hoy marcará el destino de las generaciones futuras. Habrá que actuar al respecto”, refiere el estudio.




