Spieth apunta a la cima del mundo

Lo siguiente que quiero es convertirme en el número uno del mundo , eran las palabras de Jordan Spieth en una entrevista posterior al Master de Augusta, las cuales, más que un deseo, parecían un sueño muy lejano.

Pero algunos sueños tienen costumbre de convertirse en realidad y quizá para este estadounidense de 21 años de edad la cima del mundo no esté tan lejos. Y es que superó a todos, a los mejores, incluso al considerado mejor golfista de la actualidad, Rory McIlroy, un norirlandés que quedó octavo en el US Open, mientras que Spieth cerró con un score de 275 goles y cinco bajo par, y se consagró en la competencia.

Así, se convirtió en el jugador más joven en ganar el US Open desde que Bobby Jones lo lograra en 1923, el segundo jugador desde 1940 en ganar cuatro veces en el Tour antes de los 22 años, el decimosexto en ganar el Masters de Augusta y el US Open, y el quinto en adjudicarse ambos torneos en la misma temporada.

Spieth ya olvidó los nervios de competir por el título de un Major, los dominó apenas hace unos meses, cuando en solitario y con un récord de 18 por debajo de par, se vistió con la chaqueta verde en el Masters de Augusta.

Pese a su hazaña, Jordan no contaba con la aprobación de algunos, como el mismo Tiger Woods, quien tras haber visto cómo Spieth se vestía de verde, dejaba entrever que su victoria tenía que ver más con la casualidad que con su talento.

Sí, Jordan es muy bueno , dijo. También yo cuando gané en el 97 con -18 no fallé ni un putt de menos de 3 metros, y lo mismo hice cuando gané el Open de Estados Unidos en ?Pebble Beach, y lo mismo en el Open en Saint Andrews (...) Pero a Jordan, que hizo lo que los demás no pudimos hacer, le ayudaron las condiciones. El campo estaba más blando que nunca, nunca se había jugado con un pasto tan fácil , refunfuñó Woods.

Pero si lo de Augusta fue casualidad, en el campo del Chambers Bay nada de eso se podía decir. Spieth consiguió el segundo Major de su carrera, el segundo en este 2015 y, aunque no lo hizo con el gran dominio que hace varios meses, sí lo logró gracias a su temple y a su calidad en el juego.

El nuevo campeón del US Open es todavía un joven casi como cualquier otro: bien educado, hogareño, que sigue siendo novio de la chica de la que se enamoró en el colegio de jesuitas de Dallas, el mismo que lleva a su madre la ropa sucia para que se la lave, al que aún le dan emoción las pequeñas cosas, el que ha sido atacado por una prematura alopecia.

Spieth es una de las promesas del golf estadounidense, y cree que el desarrollo de este deporte en Estados Unidos es gracias a los circuitos junior y universitarios, con lo cual todos llegamos más preparados, con una mentalidad fuerte y siendo mejores personas . Si él puede ser un ejemplo de ello, entonces podemos creer que está funcionando.

Es él mismo quien asegura que está hambriento de triunfos y que apenas hace unos meses, cuando se coronó en Augusta, aún veía muy lejos acercarse al número uno del mundo.

Todas las semanas pienso en ello. Será muy difícil alcanzar a Rory, pero en Augusta he dado un paso grande, algo que yo sólo puedo soñar, y sé que nunca golpearé tanto como él, así que tendré que inventar alguna otra forma de combatirlo , aseguraba.

Jordan se puso tan cerca a pasos agigantados de Rory, justo ahí, en el hoyo 18 donde todos los espectadores siempre esperan a los golfistas de pie y les aplauden. Casi como un déjà vu, volvió a sentir esas ganas de llorar como en Augusta, cuando no se contuvo ante la presencia de sus padres.

Tal como en Augusta, Spieth vuelve a cumplir un sueño, tal vez mucho más pronto de lo que esperaba: ganar otro major. Sólo le faltan dos para alcanzar el récord de Rory McIlroy y, a partir de hoy, seguramente mucho menos para algún día convertirse en el mejor del mundo, tal como lo ha deseado desde hace tanto tiempo.