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Arte e Ideas

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¿Cómo hablar a los niños del amor y sus complejidades?

¿Es justo esperar que alguien nos ame para siempre? ¿Cómo podemos saber si lo que sentimos es realmente amor? Hay un cuento escrito en forma de poema por el filósofo Maximiliano Grego que permite a los niños y jóvenes hacerse de herramientas didácticas para comprender más sobre las implicaciones afectivas

Maximiliano Grego, filosofo.

Maximiliano Grego, filosofo.Cortesía

Hablar de amor es difícil, por mucho tiempo lo hemos romantizado tanto que probablemente como adultos ni siquiera tenemos las herramientas para poder hablarle a nuestros niños sobre el verdadero significado de este sentimiento, pero el filósofo Maximiliano Grego nos hace la propuesta para conseguir una reflexión mucho más profunda y acertada, tanto en niños como en adultos.

“Max y el Pez al Revés” es mucho más que una historia sobre el amor. Este llamado “filocuento” nos sumerge en el viaje de Max, un niño que, guiado por su abuelo y su madre, crece creyendo que el amor es un lazo inquebrantable, un faro fijo en la tormenta. Sin embargo, cuando la realidad desafía sus certezas, descubre que el amor es un río en constante cambio. Con la ayuda de Ludwig, un pez que nada al revés, Max aprende a cuestionar, a reflexionar y a construir un conocimiento más profundo y complejo sobre lo que significa el amor.

La trayectoria académica y laboral de Maximiliano Grego integra diversas dimensiones del conocimiento humano. Desde 2006 fundó la Editorial Junco de México, dedicada a la edición y publicación de poesía, literatura, tradición oral y teatro enfocado en niños y jóvenes. También las obras publicadas por Maximiliano, como Las fotos de Caro, están incluidas en las Bibliotecas Escolares de Aula de todo México.

Como curador, colabora con instituciones como la Galería de Arte Donceles 66 y Cultura Sin Fronteras, donde ha organizado más de 200 exposiciones de artes plásticas y visuales. Desde 2018, ha recorrido diversas regiones de México impartiendo talleres de filosofía para niños, su labor ha incluido colaboraciones con instituciones como el DIF en Zaachila, Oaxaca; la SIPINNA en Culiacán; y la Universidad Pedagógica Nacional de Ixtepec además de Centros de Atención Múltiple (CAM), en los que promueve el pensamiento filosófico entre niños con discapacidades.

El arte como vehículo de reflexión

Ahora bien, “Max y el pez al revés” también es una herramienta propedéutica que introduce a los niños en el pensamiento filosófico. Grego nos explica que este poema relatado permite “desarrollar habilidades fundamentales como el pensamiento crítico, la resolución de problemas, la comprensión conceptual, la curiosidad intelectual y la autorreflexión, elemento fundamentales para vencer al amor romántico e idealizado”.

Ilustración.

Ilustración.Cortesía

Además, al invitar a cuestionar, dialogar y explorar diferentes perspectivas sobre el amor, el cambio y la verdad, el cuento fomenta la creatividad, la imaginación, la empatía y la capacidad de comunicación.

Asegura que es un claro ejemplo de cómo el arte puede ser un vehículo para la reflexión filosófica en la infancia, pues este poema, por sí mismo, abre un espacio propicio para filosofar, proponiendo preguntas sobre la naturaleza del amor, la permanencia y el cambio.

Grego entonces propone leer el poema, el cual presenta para estrenarse en este medio. Posteriormente, el filósofo propone responder dieciséis preguntas que funcionan como herramientas pedagógicas.

Algunas de ellas son: ¿Siempre debemos amar de la misma manera o el amor puede cambiar? Si alguien nos quiere de una forma diferente a como queremos, ¿sigue siendo amor? ¿Es justo esperar que alguien nos ame para siempre? ¿Cómo podemos saber si lo que sentimos es realmente amor?

Grego concluye que esta estrategia podría ser viable para nuestros niños en las escuelas, “implementar un taller semanal de filosofía para niños en la educación básica. Esto favorecería no solo el desarrollo de habilidades filosóficas, sino también la formación de ciudadanos reflexivos, críticos y creativos, promoviendo una educación más participativa, humanista y orientada a la convivencia armónica y la resolución pacifica de conflictos”.

El poema completo

Max y el Pez al Revés

I. Max vivía en un pueblo de niebla y de sol,

con calles de agua y un río tornasol.

Creía que todo era firme y exacto,

como un mapa trazado en un libro intacto.

Decía su madre que el amor era eterno,

un lazo dorado, un fuego fraterno.

Decía su abuelo que el amor es deber,

un pacto en el alma que hay que sostener.

Mas Ludwig, su pez, un pez al revés,

saltaba en el aire, burlón y cortés.

«Max, niño mío, ¿quién dicta las normas?

¿Qué es el amor si no cambia de formas?»

Max río con desdén, tan firme en su idea:

«El amor es un faro que nunca flaquea.»

Pero el pez, girando, le dijo al oído:

«El agua no es agua si el río se ha ido.»

II.

Un día la luna cayó en su reflejo,

y el río de Max se tornó un espejo.

Vio a su madre llorar sin saber el motivo,

vio a su abuelo partir sin aviso.

Las cosas cambian, el mundo rodaba,

y el amor que creía, ya no se ajustaba.

«¿No era eterno?, pensó con angustia en la orilla,

si todo era cierto, ¿por qué se rompía?»

Ludwig saltó y trazó con su cola

círculos líquidos, frágiles olas.

«El amor no es un faro, no es solo un deber,

es un río que fluye, es un barco en vaivén.»

Max no entendía, sentía un abismo,

pues todo su mundo pendía de un hilo.

Si el amor no era fijo, si todo cambia,

¿cómo saber qué verdad lo anclaba?

III.

Max tomó su cuaderno y empezó a pensar,

si el amor es un río, ¿dónde va a parar?

No es solo un lazo, no es solo un deber,

es un cruce de fuerzas que danzan sin ver.

Ludwig, flotando, le dio una reflexión:

«El amor no es solo emoción o razón.

Es caos, es cosmos, es red y es unión,

es orden en medio de toda explosión.»

Max vio que su madre aún amaba distinto,

aunque el dolor le cambiara el instinto.

Su abuelo partía, pero en su memoria

su amor persistía con nueva victoria.

Comprendió que el amor no es solo lo dado,

sino lo que nace en lo entrelazado.

No hay un solo amor, hay múltiples huellas,

no es solo certeza, es danzar entre estrellas.

IV.

Max dejó de aferrarse a un solo sentido,

vio que el amor es un viaje sin nido.

No teme al cambio, no teme a la duda,

pues sabe que en todo hay verdad y hay bruma.

Al pueblo llevó su nuevo pensar,

enseño a dudar, a siempre indagar.

«Si amas, pregunta, si crees, desafía,

el saber y el amor son pura armonía.»

Y Ludwig, su pez, aún nada al revés.

Más preguntas para después del poema

  • ¿Podemos aprender sobre el amor leyendo libros o solo viviéndolo?
  • ¿El amor es algo que podemos ver y tocar, o sólo sentir?
  • ¿El amor siempre existió o lo inventaron las personas?
  • Si no podemos ver el amor, ¿cómo sabemos que es real?
  • ¿El amor es más bonito cuando es perfecto o cuando tiene altibajos como un río?
  • ¿Es posible hacer arte con el amor, como en la poesía o la música?
  • Si amamos a alguien, ¿debemos hacer siempre lo que quiere?
  • ¿Es bueno cambiar por amor o debemos ser siempre nosotros mismos?
  • ¿Todos los niños en el mundo sienten el amor igual que Max?
  • ¿Los animales pueden sentir amor como las personas?
  • Si pudiéramos tomar una pastilla para amar más, ¿sería una buena idea?
  • ¿Las emociones como el amor vienen del corazón o del cerebro?

Periodista de ciencia en la sección Arte, Ideas y Gente de El Economista. Cuenta con maestría en periodismo sobre Políticas Públicas por el CIDE y es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UVM.

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