“Mi padre fue quien presentó a Isis frente a la Serpiente Emplumada”

Mi padre vivió para la inconmensurable calidad estética y cultural del arte de nuestro país. Decía que hay que aprender de los mejores y para él el arte mexicano era el mejor de todos”. 

Carla Fernández, diseñadora.

“La museografía es una ciencia ingrata. Mientras menos se ve, es mejor (...) los museos son el reducto del humanismo. Es curioso que cuando la gente piensa en museos, piensa en instituciones muy muertas, muy reaccionarias, cuando siempre son engendros de las revoluciones más drásticas, de los pensamientos más lúcidos. Son las instituciones que más reflejan las diferentes dimensiones de la humanidad, aun sus contradicciones. Por eso los defino como nuestro espejo”.

No hay mejor homenaje que ese que pondera las palabras del homenajeado. Y así sucedió en los honores rendidos este lunes, en el Auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología, al museógrafo Miguel Ángel Fernández Villar (1944-2022), quien falleció el martes 12 de julio a los 82 años y quien precisamente fue una de esas mentes que poco se veían pero que tanto hicieron por romper las hegemonías y ubicar el legado prehispánico mexicano dentro de los peldaños más altos, así como para la gestación de nichos dignos de esta riqueza que no deja de emanar de las entrañas.

Miguel Ángel Fernández, “el profesor”, un mote para el que se lo gana con trabajo y generosidad, fue objeto un homenaje póstumo con el beneplácito de su familia, que eligió no realizar exequias tradicionales y sí presentar sus cenizas frente a los colegas y amigos, en el recinto que tantas veces lo vio aproximarse y entrañar en él como a pocos se les tenía permitido.

Vivir en los museos

“Mi padre se marchó lleno de tranquilidad y plenitud”, declaró Carla Fernández, reconocida diseñadora e hija del finado. “Al despedirse de mí, me dijo que había tenido la mejor de las vidas. Vivió para los museos de México, tanto así que durante mi primera infancia mandaron a llamar a mis padres al kínder porque yo aseguraba vivir en el Museo del Castillo de Chapultepec. Al llegar a la cita, ambos asintieron. Mi papá era el director del museo y yo consideraba que esa era mi casa”.

Más adelante, la diseñadora destacó algunos de los méritos profesionales del homenajeado: “mi padre fue quien presentó a Isis frente a la Serpiente Emplumada y gracias a él y a muchos de los presentes, los fenicios, los guerreros de Xian, los griegos y los clásicos del Renacimiento pudieron visitar los museos de México y el pueblo de México pudo visitarlos. De la misma forma, llevó nuestra cultura al extranjero, posibilitando que México recuperara todo aquello que le era propio: nos otorgó la confianza necesaria para reconocer a nuestro país como una de las culturas más avanzadas, refinadas y complejas del mundo”.

Una amistad de décadas

Por su parte, el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, su amigo cercano y colaborador por décadas, recordó que fue el pasado 12 de mayo el último día que estuvo con él. “Yo tenía que dar una conferencia cuando vi entonces entrar a mi amigo en silla de ruedas acompañado de una de sus hijas, Carla. Traía entre sus brazos un voluminoso libro que me entregó con una bella dedicatoria, era el compendio de su vida y el título lo decía todo: ‘Medio siglo’. Antes de comenzar mi charla, advertí al público quién era aquel personaje. Un aplauso conmovedor fue la respuesta para quien tanto había dado a nuestros museos”.

El emérito del INAH evocó varias de las ocasiones en que tuvo la oportunidad de colaborar con Fernández Villar, desde la creación del Museo del Templo Mayor, en 1987, hasta la exitosa exposición Dioses del México antiguo, que extendió su estadía en San Ildefonso de 1995 a 1996.

Matos retomó algunas líneas de Medio siglo, citó a su amigo para evocar su hábil sentido del humor: “’el doctor Matos comentó con su acostumbrado entusiasmo que sería interesante hacer una exposición sobre los dioses prehispánicos y enseguida me preguntó qué pensaba al respecto. Le dije que mi familia era de Santiago de Compostela, que procedíamos del catolicismo medieval, que éramos recalcitrantemente monoteístas y por eso, precisamente, se me hacía fascinante la propuesta’”. La risa generalizada se impuso a la solemnidad.

En el Mictlán o el Xibalbá...

El director del INAH, Diego Prieto, por su parte, reconoció, resistiéndose al llanto, que “el INAH pierde a un valuarte” y declaró: “como lo dijo desde que falleció su pareja Olga, ahora estará satisfecho de haberse encontrado con ella y de esperarnos allá, en el Mictlán, el Xibalbá, el inframundo, el cielo o donde quiera que vayan las personas que dejan esta realidad (…) nos demostró, como él ha dicho, que los museos pueden ser sin duda un lugar de reunión, de identificación y a veces hasta mejor que ir a misa”.

Finalmente, la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, fue breve en su participación. Sumó que si bien el trabajo museográfico del homenajeado es “uno que no protagoniza, da la oportunidad de mostrar los tesoros de las culturas del mundo, de la manera más generosa y sabia”.

Al cabo de la ceremonia luctuosa, se montaron dos guardias de honor.

El trabajo del profesor será recordado por las exposiciones:

• Dioses del México Antiguo – San Ildefonso, 1995.
• Isis y la Serpiente Emplumada – Forum 2007 de las Culturas, Monterrey / Museo Nacional de Antropología, 2008.
• México eterno: arte y permanencia – Palacio de Bellas Artes, 1999.
• Reflexiones de la vida. Arte del Occidente de México – Museo de Louvre, París, 1997.

Tres libros del museógrafo:

• Medio Siglo

Córdova Plaza / 2022

• Historia de los museos de México

Fomento Cultural Banamex / 1988

• Documentos para la historia de Chapultepec

INAH / 2000

ricardo.quiroga@eleconomista.mx