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Arte e Ideas

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Esperanza Azteca: entre Beethoven y Pérez Prado

La orquesta Esperanza Azteca rompió el hielo y puso a girar a los presentes al interpretar tres mambos que causaron un estallido de júbilo entre el público que asistió el pasado lunes al Auditorio Nacional; remataban de este modo, con bailes, risas, papelillos de colores, brincos, olas y gritos de vivas, el Concierto de Gala de la Orquesta Sinfónica Nacional Esperanza Azteca.

La orquesta Esperanza Azteca rompió el hielo y puso a girar a los presentes al interpretar tres mambos que causaron un estallido de júbilo entre el público que asistió el pasado lunes al Auditorio Nacional; remataban de este modo, con bailes, risas, papelillos de colores, brincos, olas y gritos de vivas, el Concierto de Gala de la Orquesta Sinfónica Nacional Esperanza Azteca.

Un total de 374 niños (entre coro e instrumentistas) lograron allanar el arduo camino que aún les falta por recorrer en el arte musical todavía se escuchan bastantes trompetazos y tamborazos con su alegría, entusiasmo y vitalidad.

Porque pusieron a bailar no sólo a sus contrabajos y chelos, que hacían girar al ritmo de Qué rico el mambo , sino a los propios funcionarios, quienes desde sus asientos movían caderas y pies. Incluso la primera dama, Margarita Zavala, ensayaba unos pasitos y parecía que en cualquier momento iba a sacar a bailar al Presidente Calderón, cosa que no le hubiera costado mucho trabajo.

La magia de los niños fue capaz de conjuntar no sólo a una docena de gobernadores de los estados, al Jefe de Gobierno de la ciudad de México, a gente del espectáculo, sino que hizo posible pasar, en un mismo programa, de Beethoven y Mozart a Pérez Prado; es decir, de las dulces notas de La flauta mágica a las frenéticas cadencias tropicales del Mambo del Ruletero . Por supuesto que el público respondió ante esta provocación a su espíritu bullanguero y burbujeante.

Van 100 millones de pesos

Antes del concierto, el Presidente de la República insistió en cuatro puntos: Uno, este acto refleja otro rostro de México: un país joven, talentoso, con una gran fortaleza personal y espiritual.

Dos, en la Orquesta Sinfónica Esperanza Azteca está conjuntado uno de los esfuerzos más importantes entre el sector privado y el sector público. Tres, las orquestas lo que hacen es armonía y México necesita armonía. Cuatro, ésta es una de las mejores vías para combatir la violencia.

Palabras que le valieron al menos tres ovaciones.

El Mandatario confirmó también que el gobierno federal, a través de la decisión de los Diputados, a través de Conaculta, este año apoyará con más de 100 millones de pesos la fundación de más orquestas .

Armonía y enseñanza

Por su parte, en su discurso, el creador de esta iniciativa, Ricardo B. Salinas Pliego, explicó que los integrantes de esta agrupación buscan alcanzar la excelencia mediante cuatro horas diarias de clases: Hoy ofrecemos armonía, no sólo musical, sino humana, hoy sabemos del talento que posee la sociedad mexicana .

Para llegar a este Concierto de Gala fue hecha una selección de lo mejor de las 52 orquestas en formación en los estados de la República. Los niños fueron concentrados en Puebla, donde ensayaron solamente tres días, particularmente el Himno Nacional, cuya ejecución les preocupaba, pero que al final cumplió los requisitos.

De acuerdo con Esteban Moctezuma Barragán Secretario de Gobernación y también de Educación en la década de los 90, ahora incorporado al ámbito privado como secretario ejecutivo y presidente ejecutivo de Fundación Azteca , esta iniciativa cultural marcha muy bien en los estados de la República, en los cuales se vive en una alianza entre proyectos artísticos locales (puso de ejemplo a Mérida) con los programas del Conaculta, como el de Vive con Música. Es así que este año participan más de 12,000 niños en el programa.

Moctezuma Barragán dijo en entrevista que una vez consolidado el proyecto, las orquestas infantiles avanzarán hacia las juveniles; afirmó que su técnica de enseñanza es mejor a la desarrollada en Venezuela por las orquestas bolivarianas, ya que en sólo 120 días de ensayo (cuatro horas diarias), un niño aprende a tocar un instrumento.

Epílogo para bajar a la tierra

Naturalmente, en este proceso todo mundo se fija en el principio, pero no hay respuesta de qué pasará al final con los niños: ¿Terminarán como los músicos de Conservatorio tocando en bares y palenques porque ganan muy poco o porque no encuentran empleo? Ojalá no.

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