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Cada libro hay que vivirlo como un parto: Zaforteza
El catálogo de la editorial ha surcado el Atlántico para ubicarse en las librerías de Latinoamérica.

Diana Zaforteza dice que por una de cal siempre hay una de arena. Ella es una joven y simpática editora de cabello rubio y rostro afilado que tiene el arrojo de un tigre pero la suavidad de quien se sorprende por la belleza de un jardín de palmeras y platanares. Experiencia y juventud son sus mayores fuertes. Zaforteza es directora de uno de los sellos editoriales más jóvenes y prometedores en lengua española: Alfabia Ediciones, que toma su nombre de unos jardines que hay en Mallorca, y significa tinaja de olivas .
Diana Zaforteza siempre supo muy bien lo que quería ser de grande. La vocación de editora le viene desde niña: creció rodeada de libros empolvados en bibliotecas desordenadas, de historias inéditas e increíbles sobre escritores, de lecturas precoces a la luz de una vela respetuosa. Su padre fue el mejor amigo del conocido editor catalán Jorge Herralde, director y fundador del prestigioso sello Anagrama.
Diana nos cita una frase de su admirado Jorge Herralde: Un editor no se mide por lo que publica sino por lo que no publica y debió haber publicado .
En el 2006, trabajaba para la editorial Alpha Decay y rechazó la publicación de la novela Nocilla Dream, de Agustín Fernández Mallo, que se convertiría finalmente en todo un acontecimiento literario.
En el 2009, cuando su propio sello editorial, Alfabia apenas cumplía un año de existir, uno de sus libros publicados, Mitologías de invierno. El emperador de occidente, del escritor francés Pierre Michon, fue catalogado entre los 10 mejores del año por el suplemento Babelia , del diario español El País. Una cosa mala , según ella, porque este tipo de reconocimientos se convierten en exigencias.
Con ese back-ground, el amor por los libros es un legado. Para ella los libros son como críos : como editora es una madre dedicada:
Yo no podría trabajar para uno de esos grandes grupos editoriales que tratan al libro como un número más. Para mí, cada libro hay que vivirlo como un parto , dice Zaforteza mientras su rostro se ilumina con una sonrisa traidora: parece que piensa algo que tal vez nunca se había preguntado: ¿Ser otra cosa que editora?, ¿trabajar en algún lugar donde no se cuide a los libros? Jamás.
Compartimos una taza de té en una librería de la ciudad de México, justo el día en que el invierno hizo su aparición en el DF. Por eso ella viste mallas ajustadas de color negro debajo de una falda ligera de rayitas verdes y amarillas y una blusa blanca de mangas y cuello alto. Toma un té caliente y pide que nos traigan a la mesa todos los libros de Alfabia que se venden aquí. Para su sorpresa son muchos. Para la nuestra, son de un acabado superior y elegante. Su catálogo la enorgullece: de alguna manera el catálogo es un poco la biografía del editor , dice: para mi es un proyecto vital . Se nota.
Antes, censura política; hoy, censura del mercado
Su padre, José Zaforteza Delgado, era el mejor amigo de Jorge Herralde. Por eso desde pequeña vio los avatares de Anagrama. De aquellos primeros años recuerda: Anagrama no tenía ni para traductores. En un momento dado, cuando Anagrama estuvo a punto de cerrar, mi padre le compró sus acciones a Jorge (Herralde) para que Anagrama continuara. Y al cabo de muy poco dieron con La conjura de los necios, de John Kennedy Toole , uno de los grandes éxitos de la editorial.
Esas historias de esfuerzo, sufrimiento y sorpresas, producto de situaciones de crisis han fortalecido la serenidad de la joven editora: La diferencia con Anagrama es que Herralde se enfrentó a la censura política y nosotros en Alfabia nos enfrentamos a la censura del mercado. Herralde me contaba que los veranos iba por Latinoamérica para cobrar los libros que había vendido y decía que estaban llenos de polvo; es decir, aguantaban en la mesa de novedades hasta cuatro años. Ahora lo que es difícil para nosotros es aguantar en la mesa de novedades un mes , dice. Pero vuelve sobre sus dichos y añade: Lo que es verdad es que nosotros no tenemos ningún tipo de censura y podemos publicar lo que queramos .
Zaforteza no es una improvisada: estudió Humanidades y luego Literatura en La Sorbona. Siempre tuvo la idea de montar una editorial, pero no sabía cómo ni dónde y decidió asociarse con un amigo cuando apenas tenía 23 años para montar la editorial Alpha Decay, en donde contaron con la ayuda de la agente literaria Carmen Balcells, quien les dio muchos consejos: Ella es una persona única y nosotros éramos muy jóvenes y publicábamos muchas barbaridades , confiesa la editora, quien fundó Alfabia en el 2008.
El barco de la muerte
Como un barco que zarpa en medio de una tormenta, así fue el inicio de Alfabia. El tercer libro que pretendió publicar la editorial fue El barco de la muerte, de Bruno Traven pero cuando ya tenían todo listo para publicarlo, luego de seis meses de haberlo anunciado en prensa, recibieron en la oficina de la editorial un fax que dilapidaría sus aspiraciones: el editor de Acantilado, Jaume Vallcorba, recientemente galardonado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, les informaba en el cable que él tenía los derechos de dicho libro y que los de Alfabia no eran válidos.
Yo compré los derechos a la viuda de Traven, que tenía 92 años y murió este año, a través de su agencia literaria en Nueva York y Vallcorba compró los derechos a la hijastra. Pero él no nos avisó nada hasta que el libro ya lo íbamos a mandar a librerías. Podíamos haber llegado a un acuerdo antes. Y luego, él se dedicó a machacar a la hijastra de Traven para que invalidara a la viuda.
Yo intenté venderle mi traducción. Javier Marías escribió un texto para el libro, el cual yo intenté pasárselo. Yo ya no podía pagar más abogados. Y él dijo que no, que no, que no. Al final nos cargamos el libro porque el suyo no ha funcionado y nosotros tuvimos que quemar todos los ejemplares. Vallcorba no nos dejaba ni regalarlos ni para obra social o para bibliotecas o cárceles porque decía que eran ventas que él podía perder .
Para Zaforteza el dinero no es tan importante.
El sólido catálogo de Alfabia ha surcado el Atlántico para ubicarse en las librerías de Latinoamérica. En México, todos los libros que han editado pueden conseguirse. Muchos de ellos a precios muy asequibles.
aflores@eleconomista.com.mx