Lectura 3:00 min
Trump ya tiene competencia interna
Cincinnati, Ohio. La victoria es la única ideología que no sabe de dogmas.
J.D. Vance es el mejor ejemplo de la debilidad humana, o si se prefiere, de la degradación moral. Años atrás comparó en Facebook a Trump con Adolf Hitler, y afirmó que el empresario no estaba capacitado para gobernar Estados Unidos.
Este año, convertido en candidato republicano al Senado por Ohio, cambió de opinión al darse cuenta de la dificultad que tendría de ganar las elecciones sin vincularse con el trumpismo. No le quedó más remedio que pedirle ayuda. La respuesta pública de Trump fue brutal: “J.D. me está besando el culo; quiere todo mi apoyo”.
Ahora, Vance sonríe y guarda silencio cuando los periodistas le recuerdan lo dicho en el pasado reciente.
Las elecciones intermedias de Estados Unidos se convirtieron en una especie de segunda vuelta de las presidenciales de 2020. El asalto al Capitolio fisuró la credibilidad del sistema electoral estadounidense gracias a la fuerza de Donald Trump. Había sed de venganza de una de las partes. La incógnita era la posición demócrata.
Las expectativas que rodeaban al presidente Joe Biden eran minúsculas: bajo perfil internacional, inflación que diluye expectativas positivas e implicaciones en una guerra en la que Estados Unidos aporta dinero y armas.
Donald Trump se convirtió, en noviembre de 2020, en un zombi que contagió al Partido Republicano. Ramon Aymerich recuerda en La Vanguardia que una de las leyes de hierro de las historias de zombis es que si uno se mezcla con ellos, acaba por convertirse en un muerto viviente. “No hay escapatoria, tarde o temprano te atapan y te muerden. Al Partido Republicano le ha pasado algo parecido”.
Trump ganó las elecciones de 2018 y, cuatro años después mordió al partido con resultados electorales competitivos. Al final, todos se volvieron trumpistas. “Lo que inicialmente era una anomalía política, se convirtió en la norma”, recuerda Aymerich.
A diferencia del Brexit de 2016, donde no hubo segunda vuelta, pero sí una estafa por parte de los integrantes del Partido Conservador y algunos otros políticos como Nigel Farage que mintieron a los británicos sobre las bondades que supuestamente llegarían después de que la nación abandonara la Unión Europea, en Estados Unidos el trumpismo, al parecer, ha tocado su techo.
Ron DeSantis es la versión no histriónica de Donald Trump: está en contra del aborto, de la educación sexual en las escuelas, y a favor de la mano dura en políticas de inmigración.
Dos años antes de las elecciones presidenciales ha nacido un precandidato republicano que podría dejar a Trump sobre la lona.
Trump radicalizará su discurso y doblará sus apuestas por las mentiras.
La irrealidad aumentada.
@faustopretelin