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Opinión

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Tragedia forestal en México, Hardin y Ostrom

Sobre la propiedad colectiva de tierras, ecosistemas forestales y recursos naturales gravita la Tragedia de los recursos comunes (Tragedy of the Commons), identificada por Garrett Hardin en 1968, quien propuso como solución el establecimiento de derechos de propiedad individual y/o la regulación del Estado. Para México es muy relevante, ya que cerca de 55% del territorio nacional se encuentra bajo propiedad colectiva (ejidos y comunidades) donde se ubica más de 80% de los ecosistemas forestales. La tragedia se hace presente dado que la racionalidad individual conduce a que cada individuo maximice en el tiempo la cantidad total de recursos explotados, ante la perspectiva de que el resto actúe exactamente de la misma forma; es el ahora o tal vez nunca. Así se consuma la sobrexplotación y la disipación de rentas, sea como consecuencia de las conductas de los propios propietarios o comunidades propietarias, o por incapacidad de exclusión de actores ajenos.

Para evitar la tragedia, la propiedad común requiere ciertas instituciones o mecanismos de regulación internos, los cuales surgen sólo en circunstancias de baja densidad demográfica y recursos abundantes; cuando el grupo o comunidad tiene un número relativamente limitado de integrantes y una cultura y visión del mundo consistente con la conservación; cuando existen los liderazgos necesarios, y cuando los costos internos de información, transacción, monitoreo y supervisión son suficientemente bajos, como lo propuso la fallecida Premio Nobel de Economía Elinor Ostrom (Governing the Commons, 1990).

Tal cúmulo de circunstancias no es particularmente frecuente, por lo que las modalidades colectivas de propiedad tienden a fallar en el uso sostenible de recursos naturales (madera, fauna, etcétera), y en la conservación de bienes públicos (biodiversidad, hidrología, paisaje). Baste para constatarlo la deforestación masiva que ha sufrido el territorio nacional y que en los últimos años ha rondado el cuarto de millón de hectáreas anuales. En ausencia de las instituciones comunitarias necesarias, la conservación exige la intervención del Estado, a través de la regulación, del establecimiento de derechos de propiedad privada individual o de sistemas de propiedad pública. Pero, si el Estado es débil y también falla (como en México), no hay escapatoria a la tragedia. De manera notable, las tierras de uso común de numerosos ejidos encajan fácilmente en ella. Es obvia la importancia, para fines de política pública, entender la lógica y dinámica de las instituciones locales en tierras bajo propiedad común y diagnosticar correctamente cuándo éstas son ineficientes para el manejo sostenible y conservación de ecosistemas forestales prioritarios.

Ahora hay evidencia objetiva para México que permite contrastar el desempeño tanto de propiedades privadas individuales como de las dos modalidades mexicanas de propiedad privada común (el ejido y la comunidad) a escala de municipios (Bonilla-Moheno, Martha et al (2012). Vegetation change and land tenure in Mexico: A country-wide analysis. Land Use Policy Journal). Las conclusiones son muy reveladoras para efectos de políticas públicas.

Resulta que entre el año 2000 y el 2010, muchos municipios donde predominan grandes propiedades comunales (que por su antigüedad y cultura probablemente tienen las instituciones comunitarias de Ostrom) han observado una recuperación de sus ecosistemas forestales, lo mismo ha ocurrido en municipios en los que prevalecen las propiedades privadas individuales. Lo grave es que en municipios donde imperan propiedades ejidales (sin instituciones de Ostrom) ha avanzado la deforestación de manera significativa. Interesante es ver cómo existen mayores diferencias en el desempeño entre los dos distintos tipos de propiedad común (ejidal y comunal), que entre la propiedad comunal y la propiedad privada individual. La deforestación en México, al arranque del siglo XXI, ocurre con mayor intensidad en tierras ejidales. Tanto Hardin como Ostrom quedan vindicados por estos resultados, no así nuestro país.

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