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Opinión

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PIB o felicidad

Si la guía de la política pública de nuestro país fuera la felicidad y no el ingreso, ¿tendríamos que modificar las políticas que tenemos hoy?

¿Cómo medimos el bienestar en un país? La medida favorita a lo largo de los años ha sido el Producto Interno Bruto. ¿Qué nos dice el PIB? Esta medida se refiere al conjunto de bienes y servicios producidos por un país durante un año. Cuando nos hacemos la pregunta cómo estamos, generalmente nos referimos a qué tan satisfechos o felices estamos con nuestra vida, no al valor en pesos de lo que producimos con nuestro trabajo. Parecería que el uso de nuestro ingreso como medida de nuestro nivel de satisfacción con la vida queda muy corto, es muy limitado. ¿Cómo medimos la satisfacción con nuestra vida, no sólo laboral, sino personal, como pareja, como madre o padre, como miembro de una comunidad?

Richard Easterlin es el autor de La felicidad, el crecimiento y el ciclo de la vida (2010), e investiga sobre la asociación entre crecimiento económico, política pública y el bienestar subjetivo. Easterlin propone la utilización de la felicidad como la medida adecuada para medir el nivel de satisfacción con la vida.

Así, las personas autodefinen felicidad. Uno pensaría que sería imposible comparar, ya que se dan tantas definiciones de felicidad como personas existen; sin embargo, de acuerdo con los estudios que se han llevado a cabo, en los diferentes países, pobres y ricos, democráticos o autoritarios, la felicidad para la mayoría significa el éxito en hacer las cosas de la vida diaria formar una familia, proveer para ella, conservar una buena salud y tener un trabajo seguro e interesante. Esto es lo que nos importa como personas, lo que nos da satisfacción.

Muchos países han empezado a medir la felicidad de su población. En el 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas pasó una resolución histórica: invitó a sus países miembros a medir la felicidad de su gente y a utilizarlo como guía para sus políticas públicas. Inclusive se publica el World Happiness Report cada año desde el 2012.

De acuerdo con Easterlin, se ha encontrado que en los diferentes países, aquellos que reportan menores niveles de felicidad son, típicamente, los desempleados, los que no viven con una pareja, las personas que sufren problemas de salud, miembros de alguna minoría y las personas menos educadas. ¿Cómo debería guiar este dato nuestras prioridades de política pública? Quizá los grandes temas de la agenda pública tendrían que ser la salud, la educación y la empleabilidad, así como la protección y atención a las minorías.

Easterlin nos presenta cuatro razones para preferir la felicidad sobre el PIB como la medición del bienestar de una sociedad:

  1. La felicidad es una medida más comprensiva del bienestar que el PIB.
  2. La evaluación de la felicidad es hecha por las personas cuyo nivel de satisfacción está siendo medido y no por un grupo de expertos .
  3. La felicidad es una medida con la que los individuos pueden identificarse, a diferencia del PIB, que es un concepto abstracto.
  4. La felicidad es una medida en la que cada persona tiene un solo voto, sin importar si es pobre o rico, saludable o enfermo, joven o viejo.

Si la guía de la política pública de nuestro país fuera la felicidad y no el ingreso, ¿tendríamos que modificar las políticas que tenemos hoy? Probablemente, sí. ¿Tendrían que incluir las políticas públicas al PIB? Seguramente, sí. Pero tendrían que enfocarse en otros aspectos de la vida que forman una parte central de la felicidad.

grojas@eleconomista.com.mx

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