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Listón rojo
En el mundo, más de la mitad de las personas que vive con VIH son mujeres. En México hay 21% de mujeres infectadas.
De acuerdo con ONUSIDA, en el mundo más de la mitad de las personas que viven con VIH son mujeres. Para las mujeres en edad reproductiva (15-49 años), el VIH/SIDA es la primera causa de muerte. Las mujeres tienen el doble de probabilidad de ser contagiadas por los hombres al tener contacto sexual que viceversa. En el 2013, casi 60% de los nuevos contagios de VIH en personas de 15-24 años ocurrió entre niñas, adolescentes y mujeres jóvenes.
De acuerdo con Censida, en México 21% del total de personas infectadas con VIH son mujeres y de las nuevas infecciones que ocurren cada año, las cuales se estiman en 9,300, 2,000 corresponden a mujeres. De las mujeres que viven con VIH en México, 70% adquiere el virus por medio de sus parejas formales, con quienes no creían necesario el uso del preservativo. 70 por ciento. De sus parejas formales.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la inequidad de género es un factor determinante en esta epidemia, ¿por qué?
Primero, las normas de género relacionadas con la masculinidad promueven que los hombres tengan un mayor número de parejas sexuales y que los hombres de mayor edad tengan relaciones sexuales con mujeres más jóvenes. Así, se dan tasas de infección más altas en mujeres jóvenes entre los 15-24 años. Las normas relacionadas con la feminidad pueden evitar que las mujeres tengan acceso a información completa y veraz sobre VIH y que tengan acceso a servicios de salud.
Segundo, la violencia contra las mujeres (física, sexual y emocional), que experimenta entre 10 y 60% de las mujeres entre 15-49 años en el mundo, incrementa su vulnerabilidad al VIH. Violencia, relaciones sexuales forzadas y el miedo hacen que las mujeres eviten pedir a sus compañeros el uso del preservativo y que no accedan a información o servicios de salud.
Tercero, existen barreras de género en el acceso a los servicios de prevención y tratamiento de VIH. Para las mujeres, la falta de recursos y de poder de decisión hacen más complejo el acceso. Y a los hombres les afecta el miedo a la discriminación y la posible pérdida de masculinidad asociada con el VIH.
Es claro que las normas de género que imperan en nuestro país agravan este problema de salud pública. Estas normas están relacionadas con temas culturales, de educación, de violencia, de estereotipos, de inequidad y de discriminación. No se puede enfrentar este problema de salud pública sin considerar estos otros factores.
¿Qué podemos hacer? De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, los programas de VIH en los países tienen que tomar en cuenta estas normas de género y los estereotipos que existen en las sociedades, trabajando con hombres y niños para cambiar las normas relacionadas con la paternidad, la sexualidad responsable, la toma de decisiones y la violencia. De la misma manera, los programas de VIH deben atender el tema de violencia contra las mujeres, ofreciendo herramientas para la vida a las mujeres y apoyándolas para que puedan revelar de manera segura su estatus de VIH. Se debe también mejorar el acceso a los servicios tanto para hombres como mujeres, acercándolos a la comunidad y liberándolos del estigma que siempre los acompaña.
¿Lo estamos haciendo?