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La tragedia de la política fiscal
Por décadas, la falta de cultura democrática generó una clase política vinculada a intereses creados alejados de la sociedad lo que impidió construir un sistema de finanzas públicas que estructurara de forma armónica sus tres componentes: impuestos, gasto público y deuda. Durante, las décadas de los 70´s y 80´s fue la deuda de gobierno la razón que motivaba a los órganos del estado para seguir financiando proyectos de infraestructura y excesivos gastos improductivos con claras deficiencias en la gestión pública. En los siguientes años en lo que incorrectamente se ha llamado neoliberalismo (1988-2018), fueron los impuestos, el enfoque central de los esfuerzos en la materia; de este modo, la deuda fue administrada correctamente al tiempo que crecieron programas de sociales con rentabilidad financiados por una base tributaria muy por debajo de estándares internacionales. La asignatura pendiente entonces como ahora, es el enorme tamaño de la economía informal que llega a 60% al tiempo que no contribuye. A partir de la segunda alternancia, con el gobierno actual (2018-2024), se ha puesto total énfasis en el presupuesto, fundamentalmente en recortarlo.
En las condiciones actuales de la economía global en desaceleración con altos niveles de inflación, observamos cómo diversas naciones implementan fuertes medidas de política económica para evitar afectaciones severas en sus estructuras económicas y sociales con costos altísimos para sus poblaciones. Por el contrario, en el caso de México hemos vivido la tragedia por décadas de cómo la clase política ha ido de un lado para otro sin haber podido resolver de forma integral, el problema de la debilidad de nuestras finanzas públicas. Hoy es claro que nuestros impuestos, la deuda del gobierno y el gasto público, no sirven para atemperar los efectos adversos de los choques externos y menos para contribuir en el desarrollo económico. La deuda de gobierno crece y crece con relación al PIB, los impuestos son aportados por la minoría de los contribuyentes y el gasto público tiene nulo impacto en el crecimiento del país. A la luz de la contundente evidencia y la falta de herramientas fiscales que no sea el cobro de impuestos solamente, tendremos que encontrar espacio político para que la economía funcione pues millones de marginados lo requieren al igual que la planta productiva necesita el soporte que no tiene.