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El legado de sangre
Cada presidente de la República, al terminar su mandato, ha tenido una visión de su paso por el puesto que difícilmente es compartida por otros. Supongo que presidentes como Echeverría o Salinas de Gortari sentían que habían cambiado al país para bien. No hay más que escuchar cómo se referían a sus gobiernos para darse cuenta que se sobrevaloraban. En esta lógica, los mandatarios a punto de abandonar el cargo ven necesario proteger su legado (es un decir). Esto es, aquello que consideraban tan valioso que era necesario conservarlo como una herencia notable de su ejercicio público.
Es difícil saber si los presidentes, en su final de sexenio, se creen todo lo que dicen haber logrado o simplemente es una postura lógica dado que la autocrítica es considerada una debilidad. Todavía se recuerdan las frases de López Portillo (“defenderé al peso como un perro”) o sus lágrimas (de cocodrilo) como un ejemplo de ridículo. En López Obrador una autocrítica es inimaginable, el ridículo es cotidiano.
Me pregunto si el presidente López se cree todas las cosas que afirma ha logrado durante su mandato. Es probable que, bajo la lógica del poder, crea que tenga que defenderse a toda costa; una especie de defensa adelantada. En cambio, si cree la mitad de sus afirmaciones estamos ante un caso severo de mitomanía, un trastorno psicológico descrito a finales del siglo XIX por el psiquiatra suizo Anton Delbrück. Según esto, AMLO miente de manera constante y repetitiva para conseguir la atención y la admiración de sus seguidores, que son muchos.
Pero no nos detengamos en esto, sino en el real legado que dejará el presidente López. Si buscamos puntos positivos, encontraremos el aumento en términos reales de los salarios mínimos y algunos de los apoyos sociales, por ejemplo, los destinados a: tercera edad, jóvenes y estudiantes, entre los principales. Aunque sea de manera frágil, esto ha ayudado a que millones de personas hayan mejorado su situación de pobreza. Cuando hablo de fragilidad me refiero a que ya se ha visto este fenómeno en otros tiempos. Las personas salen formalmente de la pobreza estadística, pero entran a una especie de limbo en el que cualquier eventualidad los regresa a su situación anterior. Salir de la pobreza estadística no representa un avance sólido.
Pero incluso este avance es cuestionable. Los recursos se han dado en forma opaca, Diversas organizaciones y analistas expertos han detectado que los montos no corresponden al número de personas aparentemente beneficiadas. Hay motivos sólidos para creer en desviaciones de recursos monumentales. Adicionalmente, hay otro factor. Durante cinco años, el presidente López mantuvo una disciplina fiscal como el mejor gobernante neoliberal del mundo. En su año final, tiró la casa por la ventana y le aprobaron una de las deudas y un margen de déficit altísimos. La primera razón que encontramos para este cambio es el fracaso de todos los demás proyectos, sobre todo el que tiene que ver con sus obras faraónicas. Tren Maya, Tren Oceánico, Dos Bocas y AIFA. Todas estas obras no están terminadas, no funcionan o no son rentables. López Obrador debe echar mano de todos los recursos a su alcance y ya no le quedan muchas fuentes de las que echar mano.
Dejará al siguiente sexenio unas finanzas comprometidas. Si se aprueban en algún momento sus reformas a pensiones y salarios mínimos tal y como están la situación será peor. A esto hay que sumar su rescate de PEMEX y la CFE. Ha sido costoso y no ha servido para consolidar a estas empresas del Estado.
Si en términos de finanzas y política energética ha sido un desastre este fin de sexenio, en otros temas está peor: en educación, bajísimos niveles de calidad; en salud, desabasto, burocracia y desatención; en medio ambiente, cero políticas públicas; en el tema del agua son cinco años sin una política hídrica. Vale la pena mencionar como un caso especial los temas de género y minorías. Cancelación de guarderías, refugios y programas de salud para mujeres. No es gratuito el ataque de grupos de mujeres a este gobierno. En minorías, mucha demagogia y una inercia menguada.
Más allá de la palabrería insulsa de AMLO, todo lo anterior será su legado a la mujer que reciba la banda presidencial. Pero habrá algo más: el avance incontenible del crimen organizado. Cientos de miles de muertos por la violencia del crimen organizado, probablemente 200 mil al terminar 2024, municipios y algunos estados en manos de delincuentes. Armas, trata, comercio, extorsión, secuestro, cobro de piso; el Estado delincuencial creciendo dentro de un Estado desorganizado e ineficiente.
Será un legado de sangre.