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Opinión

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¿Cuál es el verdadero propósito de educar?

En nuestros artículos anteriores, hemos abordado a profundidad sobre la innovación tecnológica en el ámbito educativo, así como la relevancia de las habilidades STEAM en el contexto actual y diferentes herramientas. Sin embargo, resulta esencial profundizar aún más en una pregunta clave ¿Cuál es el verdadero propósito de educar? En una era marcada por exceso de información, la respuesta a esta interrogante puede variar según diversas perspectivas.

Desde mi punto de vista, la educación debería proponer, en primer lugar, el fomento del pensamiento crítico en nuestras niñas, niños y adolescentes. Esto implica enseñarles a cuestionar lo establecido, esta tarea no solo es una necesidad educativa, sino también un compromiso ineludible con la sociedad. Promover el pensamiento independiente de manera distinta no solo enriquece el diálogo y el debate, sino que también actúa como un motor esencial para el progreso y desarrollo de nuestro país.

El aula debe convertirse en un laboratorio de ideas, un espacio donde el intercambio de pensamientos y el debate continuó sean la norma. Este enfoque no solo mejora la comprensión de los estudiantes sobre diversos temas, sino que también afina su capacidad para analizar, cuestionar y formar opiniones fundamentadas.

En segundo lugar, la educación debe enfocarse en habilidades duras o técnicas para preparar a los estudiantes ante los cambiantes requerimientos del mercado laboral. Sin embargo, esto solo es una parte de la ecuación. Igualmente, crucial es enseñarles a ser resilientes y a prepararlos para enfrentar la adversidad, el mundo no es necesariamente justo. La resiliencia no es solo la capacidad de recuperarse de los contratiempos, sino también la habilidad de crecer y salir adelante a pesar de ellos.

Por otro lado, el sistema educativo mexicano ha desatendido significativamente la enseñanza de herramientas científicas orientadas a la felicidad, a pesar de los notables progresos en este ámbito. La salud emocional y mental, elementos cruciales para el desarrollo integral, no se encuentran en los programas educativos. En contraste, la UNESCO impulsa la iniciativa de “escuelas felices”, la cual, tiene como objetivo incorporar la felicidad en el proceso educativo, no como un complemento, sino como un componente que enriquece el aprendizaje y fomenta una sinergia positiva entre la felicidad y la educación. Es imperativo que México preste atención a estas iniciativas y se sume a esta tendencia global, evitando quedarse atrás.

Cada padre desea que sus hijos no solo salgan bien preparados de la escuela, sino que también sean personas felices y equilibradas. La educación, por lo tanto, debe trascender la mera adquisición de conocimientos y habilidades técnicas; debe ser una preparación integral para la vida. Esto incluye no sólo preparar a los jóvenes para carreras exitosas, sino también equiparlos con las herramientas necesarias para una vida plena y satisfactoria.

Finalmente, es crucial reconocer que de muy poco servirán las avanzadas herramientas tecnológicas actuales si no dirigimos nuestra atención hacia un enfoque educativo integral, que nutra no sólo la mente, sino también el corazón y el espíritu de los estudiantes. Mediante este enfoque podemos aspirar a desarrollar futuras generaciones que no solamente destaquen en sus respectivos campos profesionales, sino que también sean resilientes, creativas, críticas y felices. Esta visión completa del proceso educativo es esencial para fomentar el bienestar y el desarrollo pleno de nuestros estudiantes.

Director General de Fundación Azteca de Grupo Salinas

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