Crónica de un desastre

Desafortunadamente para Japón, la ya de por sí endeble y frágil situación económica se ve agravada con el terremoto que se presentó la semana pasada. Aún es temprano para cuantificar el impacto en términos de pérdidas de vidas y los efectos económicos en Japón y en el mundo, sin embargo, se anticipa que el costo será alto.

La magnitud del terremoto se actualizó de 8.9 grados en la Escala de Richter a 9.0, lo que lo convierte en uno de los cuatro sismos más potentes en la historia. Es cierto que Japón tiene una cultura muy arraigada de prevención de desastres, pero difícilmente se puede estar preparado para un evento de esa naturaleza. Las edificaciones mostraron estar preparadas para este tipo de movimientos, sin embargo, el tsunami que vino después del temblor resultó más destructivo.

Las cifras preliminares apuntan a que el número de muertos asciende a 5,000. Hay ciudades, como Minami Sanriku, que prácticamente desaparecieron del mapa.

En la parte económica, la situación es igualmente difícil. En materia de seguridad el tema más importante es el relacionado con las explosiones en los distintos reactores de la planta nuclear de Fukushima, propiedad de la Compañía de Electricidad de Tokio, que ha ocasionado el desalojo de miles de personas.

Los recortes en el suministro de energía eléctrica se han presentado de igual forma en el país por problemas en las plantas y la necesidad de racionalizar su uso. Estos factores han motivado la suspensión de una gran parte de las actividades económicas.

Así, las compañías automotrices han decidido suspender indefinidamente su producción, lo que impactará las exportaciones de ese país. Honda, por ejemplo, produce 4,000 unidades al día, lo que da una idea del impacto de esta suspensión. A Honda se sumaron Toyota con 12 plantas en la isla, Suzuki, Mitsubishi y Nissan. Empresas relacionadas con otros sectores de consumo también han parado la producción de artículos como Toshiba y Sony.

El cierre de plantas y fábricas en Japón ha ocasionado una drástica disminución en los precios de los commodities.

Particularmente el precio del petróleo que se había presionado en semanas anteriores por los disturbios en el norte de África y Medio Oriente retroceden rápidamente ante la perspectiva de que se profundice la contracción de la demanda.

Bajo este esquema, el Banco Central de Japón (BCJ) redobló esfuerzos mediante la inyección de liquidez a la economía y la expansión de los programas de compras de activos.

El BCJ inyectó el pasado lunes 183,000 millones de dólares al sistema bancario con el fin de ayudar a estabilizar los mercados financieros. A pesar de esta acción, la Bolsa registró el martes pérdidas intradía superiores a 14%, lo que obligó al BCJ a realizar tres inyecciones más de emergencia: la primera por US61,000 millones, la segunda por US37,000millones y la última por US245,000 millones, lo que representa la mayor inyección de liquidez en la historia de Japón. A pesar de esto, la Bolsa cerró el martes con una baja de 10.55 por ciento.

La crisis es compleja y el alcance difícil de estimar. En el corto plazo persistirán los temores relacionados con el impacto negativo que la catástrofe tendrá sobre el PIB, la interrupción en la cadena internacional de suministros, las pérdidas en compañías energéticas y aseguradoras con intereses en Japón y los temores de inversionistas. En el mediano y largo plazos, la atención se centrará en la contundencia del proceso de recuperación.

La evolución de otros desastres naturales nos ha enseñado que el mayor costo sobre la infraestructura y actividad económica se ubicará en el segundo y tercer trimestres, mientras que en el cuarto se podría esperar un mayor dinamismo asociado con las fuertes inversiones relacionadas con el proceso de reconstrucción.

*Manuel Guzmán M. es economista en jefe de Ixe Grupo Financiero. Su opinión no representa necesariamente la posición de la institución.