Lectura 6:00 min
Trump sabe que su primera presidencia se la debe a Putin: Marc Marginedas
Periodista en El Periódico de Cataluña, Marc Marginedas es corresponsal de guerra, en Siria fue secuestrado durante seis meses por el Estado Islámico; fue corresponsal en Moscú y acaba de publicar el libro Rusia contra el mundo (editorial Planeta).
Marc Marginedas, periodista.
La reunión del pasado domingo en Mar-A-Lago entre los presidentes de Estados Unidos y Ucrania es otro capítulo más sobre la empatía que el presidente Putin despierta en Trump. El estadounidense dijo que "Rusia quiere que Ucrania tenga éxito". Un periodista que conoce la influencia del Kremlin en el mundo es Marc Marginedas. En entrevista con El Economista revela el perfil de su libro Rusia contra el mundo, publicado en México por la editorial Planeta.
—Steve Witkoff no es diplomático, pero el presidente Donald Trump lo envía, junto a su yerno Jared Kushner, a Rusia a negociar con Vladimir Putin.
—Witkoff es inocente e incapaz de entender la psicología de los personajes con los que habla en el Kremlin. Le pusieron una traductora de los servicios secretos, y siempre reacciona positivamente sobre lo que le dice Putin.
—¿Del plan de Trump sobre 28 puntos emerge su perfil prorruso?
—El plan de los 28 puntos está urdido por Kirilll Dmitriev; lo conocí en Rusia. Estuvo al frente de la gestión de la vacuna Sputnik. Es tremendamente elitista; habla un inglés impecable, no como el de (Serguéi) Lavrov (ministro de Exteriores), que lo habla con acento. Dmitiev tiene vínculos con la familia de Putin. Tiene un lenguaje que lo entienden muy bien las personas de negocios. Sobre la relación entre Putin y Trump, llegará el momento en el que sabremos en qué se basa. Hay gente que habla de que dinero ruso salvó en varias ocasiones de la bancarrota a Trump. La realidad es que Trump sabe que su primera presidencia se la debe a Putin. Más de 100 millones y pico de ciudadanos estadounidenses observaron anuncios falsos en 2016 pagados por Rusia; por una parte, (los anuncios) azuzaron el racismo, y por otra parte desincentivaron el voto de los negros que eran votantes tradicionales hacia (Hillary) Clinton.
—Trump recibió a Putin con alfombra roja en Alaska. A Zelenski lo emboscó en la Casa Blanca.
—El régimen de Putin a Trump le gusta mucho. Los superricos no rinden cuentas a nadie y aunque haya elecciones, no hay una alternativa de poder. La pirámide se ha invertido, la gente con pasado criminal es promocionada y se convierte en destacada. Mira a Trump ayudando a sujetos acusado de delitos sexuales en Rumanía (en referencia a los hermanos Andrew y Tristan Tate, ambos enfrentaban cargos de violación, tráfico de menores y blanqueo de dinero; en febrero de 2025 fueron liberados y enviados a Estados Unidos bajo presión de Trump).
—La Estrategia de Seguridad Nacional del gobierno de Trump contempla retomar el control de América Latina y el Caribe, ¿esto se traduce a un choque de intereses de Washington contra China y Rusia?
—Si Trump verdaderamente quisiera confrontar a Putin en América Latina no hubiera desmantelado USAID (Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) y las instituciones que se encargaban de denunciar las campañas de desinformación rusa. Trump no es consciente que Rusia y China actúan como equipo. Uno pone la propaganda (RT da cursos de capacitación en Nicaragua o medios blancos, como Canal Red de Pablo Iglesias, reciben premios como el que le dio la presidenta de Honduras Xiomara Castro), y el otro las inversiones. Ambos países comparten un objetivo común: echar a USA de América Latina.
—En América Latina y en pleno siglo XXI existen vestigios dogmáticos sobre la Guerra Fría en un segmento de la población: una preferencia de lo que haga Rusia sobre las acciones de Estados Unidos independientemente de que hoy sea gobernado por Donald Trump.
—Yo les invito a esta gente a examinar. Examinemos cuáles son los aliados de Rusia en la región: Nicaragua, Venezuela y Cuba. En dos de estos casos (Nicaragua y Cuba) son casi dictaduras dinásticas. No consigues sacarlas de encima cuando el pueblo ha expresado su voluntad de sacárselas de encima; ni con aceite hirviendo. También quisiera decir que la Unión Soviética jamás estuvo tan bien posicionada en AL como lo está en estos momentos Rusia.
—En tu libro y en textos de El Periódico has escrito sobre Inna Afinogenova, anteriormente en RT y ahora en el negocio de Pablo Iglesias, Canal Red. Afinogenova e Iglesias son recurrentes en la televisión pública y Canal Red recibe pautas publicitarias del Gobierno de la presidente Sheinbaum.
—Sheinbaum es pragmática, mucho más que su antecesor. Quizá no acaba de percibir que gente de su entorno, Pablo e Inna, tienen discursos a favor de ella, pero hay otros temas que no sintonizan con ella, por ejemplo, su interés por alejar a México de Estados Unidos. Es su verdadera intención, que rompa vínculos con Estados Unidos.
Portada del libro Rusia contra el mundo, del periodista Marc Marginedas.
—¿Pablo Iglesias e Inna Afinogenova apuestan a que la presidenta Sheinbaum rompa con Estados Unidos?
—Apuestan por una unión de México con Brasil, el único país donde Rusia ha penetrado, lo mismo por la derecha bolsonarista, como en la izquierda de Lula. Ambos simpatizan con Putin.
—¿Qué te parece la postura de Sheinbaum sobre la guerra?
—Ahora ya vimos que México votó a favor de una resolución de la ONU sobre el retorno de niños ucranianos a sus hogares. Fue importante.
—¿Qué postura tuvo Inna Afinogenova ante la invasión de Rusia a Ucrania?
—En España se presentó como pacifista, pero justificó la guerra diciendo que Ucrania estaba influenciada por ultraderechistas. Un compañero periodista publicó en El Mundo que ella hablaba de lo inútil que sería enviar misiles antitanques para contrarrestar la entrada de Rusia a Ucrania cuando, en realidad, los misiles antitaques jugaron un papel estratégico para impedir la llegada del ejército ruso a Kiev.
—Tu experiencia en Siria, particularmente tu secuestro, ¿fue lo que te incentivó a escribir este libro?
—Se gesta con mi secuestro. Me quitaron mi pasaporte y al día siguiente aparecen dos comandantes. Uno hablaba ruso y otro hablaba árabe. Me dirigí al que hablaba ruso; le pedí que me liberara. Él me dijo: “tú has venido aquí dos veces y te ha salido bien, pero ahora te vamos a matar”. No era una frase de un yihadista. Es de una persona que había visto mi identidad (pasaporte) y que estaba indignada por las entradas ilegales de periodista en Siria. Recordé que la periodista Anna Politkóvskaya había demostrado que los secuestros en Chechenia los hacían gente que tenía vínculos con el FSB (Servicio Federal de Seguridad, principal agencia sucesora del KGB) para crear caos e imposibilitar que la Chechenia semi independiente pudiera consolidarse como estaba.