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Nuevo Papa heredará trono desmitificado
Ciudad del Vaticano. Históricamente, los cónclaves papales han creado figuras místicas, mortales transformados por la autoridad divina en herederos de San Pedro.
Ciudad del Vaticano. Históricamente, los cónclaves papales han creado figuras místicas, mortales transformados por la autoridad divina en herederos de San Pedro. Pero a medida que los 115 cardenales iniciaron ayer las deliberaciones para elegir al próximo Papa, los observadores afirman que cualquier sucesor de Benedicto XVI se incorporará a un cargo desmitificado por el escándalo y la jubilación anticipada.
En otras palabras, la magia de ser Papa desapareció.
Para los más devotos, la figura del Papa hablaba con una voz casi sobrenatural, al concederle una influencia transcendental como cuando, por ejemplo, Juan Pablo II pidió el fin del comunismo en el antiguo bloque del Este. Pero más que en cualquier otro momento de la historia reciente, los observadores del Vaticano afirman que el papado ha sido derribado por la decisión sin precedentes de Benedicto XVI de renunciar, así como las revelaciones de corrupción financiera en el Vaticano y conducta sexual inapropiada entre el clero.
Todo esto podría conducir a una posible transformación para el Papa y para la Iglesia Católica Romana que dirige.
En la era moderna, la adoración papal llegó a nuevas alturas con el Papa Pío XII, quien fue el primer pontífice en entrar a la globalización a través de la televisión y, en los hogares católicos devotos de las décadas de 1940 y 1950, llegó a ser visto como algo parecido a un santo en vida. Durante los próximos 50 años, una serie de Papas comenzaron a frenar cautelosamente el culto al papado, al dejar de lado las coronaciones llamativas y la tiara papal, que parecía alimentar su exaltación como algo más que un hombre. Incluso, en diciembre, Benedicto comenzó a tuitear.
Pero las ricas tradiciones, casi teatrales en torno del cargo, se mantuvieron en gran parte. La sagrada intriga para escoger al próximo Papa entró ayer en su fase final, cuando un grito en latín - extra ommes , fuera todos - llevara al encierro de los cardenales en la Capilla Sixtina para el inicio del cónclave.
Aunque los días preliminares de deliberaciones han sido oficialmente mantenidos en secreto, los chismes alrededor de la Santa Sede sugieren un tira y afloja entre la Curia Romana -la administración del Vaticano-, que busca salvaguardar el statu quo, y los reformadores, que quieren una mano fuerte.
No obstante, sin importar quién gane, la naturaleza del papado ha cambiado. La jerarquía se recupera del escándalo. De igual importancia, el aura numinosa del papado ha sido alterada por la decisión de Benedicto XVI de dimitir, lo que parece desvanecer la calidad espiritual de los Papas como divinamente elegidos para servir de por vida.