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Sacrificio en inversión, el costo de reducir déficit en el 2017
El gobierno registra el menor déficit desde el 2008, pero también realiza el menor gasto en obra pública desde 1990.
El gobierno federal cumplió sus metas fiscales en el 2017 como reducir la deuda, lograr un superávit primario y reducir el déficit, pero expertos consideran que esto se logró en gran medida por el remanente de operación del Banco de México (Banxico) y por la reducciones al gasto de inversión más que por una verdadera fortaleza en las finanzas públicas del país.
“Se cumplió con el compromiso de tener una contabilidad más sana; sin embargo, hay pilares de crecimiento económico que fueron en esencia los fundamentales para lograr contener los requerimientos de endeudamiento del gobierno”, planteó José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC).
Lo anterior, en referencia a que en el 2017 el balance general del sector público registró el déficit más bajo que se haya observado desde el 2008; mientras que el gasto en la inversión física tuvo la disminución más alta desde 1990, año desde donde tiene registro la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
Con más detalle, los Requerimientos Financieros del Sector Público (RFSP) registraron un déficit de 233,693 millones de pesos, el cual es 60% menor al déficit que se reportó en el 2016, por un total de 559,393 millones de pesos.
Para hacer una mejor dimensión de este déficit, es importante mencionar que representó 1.1% del Producto Interno Bruto (PIB), lo cual es muy bajo si se considera que en el 2016 la relación fue de 2.8% del PIB; en el 2015 de 4%; en el 2014 de 4.5%, y en el 2013 de 3.7 por ciento.
Desde el 2008 —cuando se vivió parte de la crisis financiera mundial— no se había observado un déficit en los RFSP tan bajo, pues en ese año fue de 0.8% del PIB.
“Sin duda es una parte positiva, porque se muestra un esfuerzo por buscar un inicio de consolidación fiscal”, expresó James Salazar, subdirector de análisis económico de CIBanco.
No obstante, aclaró que este menor déficit se debió en gran medida al remanente de operación del Banxico, que fue por más de 320,000 millones de pesos, y también a la reducción del gasto público que fue de 8.7%, en términos reales y respecto del 2016.
Este tipo de críticas han hecho reaccionar a la dependencia que se encargó de llevar orden en la contabilidad de las finanzas públicas.
En su momento, Alejandro Silva, director general de finanzas públicas de Hacienda, destacó que aun sin el remanente de operación del Banxico, el gobierno federal hubiera cumplido sus metas fiscales.
“Sin considerar los recursos provenientes del remanente de operación, los RFSP en el 2017 se ubicaron en 2.6% del PIB, nivel también por debajo del observado en el 2016 y de la meta para el 2017”, expuso al presentar el reporte de finanzas y deuda pública del 2017 la semana pasada.
Además, aprovechó para enfatizar que el déficit de 1.1% del PIB que se logró en el 2017 se ubicó por debajo de la meta del gobierno federal, que era de 2.9% del PIB.
INVERSIÓN, LA MÁS SACRIFICADA
En la otra cara del déficit, se encuentra el constante recorte a la inversión física, la más sacrificada para lograr embellecer el balance general del sector público, coincidieron los analistas consultados por El Economista.
“El problema de reducir el gasto en inversión es que se afecta a las personas porque no tendrán mejores escuelas, hospitales e infraestructura como carreteras y puentes”, explicó Héctor Villarreal, director del Centro de Investigación Económica Presupuestaria (CIEP).
En el 2017, el gasto en la inversión física fue por 569,277 millones de pesos, una reducción de 26.3%, en términos reales y respecto del 2016. Es la disminución más alta que se haya observado desde 1990, pues ni en la crisis financiera se observó una reducción en la inversión física.
La inversión pública de México apenas representó 2.6% del PIB, el nivel más bajo desde el 2006.
Lo más preocupante, según estadísticas de Hacienda, es que la educación fue uno de los rubros que más se vieron afectados en el gasto de inversión física, pues registró una disminución de 49.6%, en términos reales y respecto del 2016, pasando de 11,432 millones de pesos a 6,113 millones de pesos.
En tanto en el sector de salud, la inversión física se redujo 9.3%; mientras que en abastecimiento de agua potable y alcantarillado disminuyó 55%, respecto del 2016.
CAMBIAR ESTRUCTURA
Ernesto O’Farril, presidente de Bursamétrica, refirió que si bien fue bueno reducir el déficit y lograr un superávit primario, el gobierno federal se debió preocupar más por tener un sistema fiscal más competitivo.
A su parecer, el sistema fiscal debe tener cambios estructurales, pero, ante un año electoral, considera que se deben hacer pequeñas modificaciones.
“Hacienda puede emitir un decreto, donde se vuelvan a permitir la deducibilidad en las prestaciones laborales, así como en inversiones en maquinaria y en las aportaciones de ahorro en las pensiones”.
Esta medida debe ir acompañada de otro recorte al gasto, pues, al tener menos recaudación, se debería tener un menor gasto, expuso.
Villarreal coincidió y agregó que el manejo de las finanzas públicas se ha distinguido más por los recortes y austeridad del gasto, que por una consolidación fiscal.
“Hay que tener cuidado con hablar de unas finanzas públicas consolidadas, lejos de un programa de consolidación fiscal lo que estamos observando es una austeridad inducida con motivos financieros”.
De la Cruz consideró que la lógica del gobierno de reducir más la inversión debe cambiar y enfocarse más en ajustar el gasto corriente.
Para el subdirector de análisis económico de CIBanco, el 2017 ha sido el único año en que el gobierno de Peña Nieto ha cumplido sus metas, pero la historia no se repetirá para el 2018.
“Este año será más complicado para poder reducir el nivel de déficit, pues al ser un año electoral, la historia muestra que existe una tendencia de mayor gasto”.
Para el director del CIEP, el déficit del 2018 será más similar al que se vio en el 2015 y el 2016, y difícilmente se logrará un superávit primario, “de lograrse, será menor al que vimos en el 2017”.
Acotó que el gobierno ya no puede seguir recortando los recursos de los ramos administrativos, principalmente el de educación, salud ni a la inversión en la manera que lo ha hecho, “tenemos que hacer a un replanteamiento más de fondo del sistema fiscal.
“No podemos decir que estamos en una tendencia de consolidación fiscal porque sólo tenemos un año, y un año donde el déficit se redujo en mayor medida por ingresos no recurrentes como el remanente del Banxico”, enfatizó Salazar.
El director del CIEP concluyó que el Paquete Económico del 2019 será uno de los más complicados, ya que el equipo de Peña Nieto deberá trabajar con el del nuevo gobierno, el cual se dará cuenta de que se tiene un sistema fiscal muy complicado y comprometido.
“Hubo un programa de austeridad que en términos financieros fue exitoso, sí, ahora, si considero realmente que tenemos unas finanzas públicas consolidadas, la respuesta es no”.
Raymundo Tenorio, economista del Tecnológico de Monterrey, concordó y detalló que para este año difícilmente se tendrá un remanente por parte del Banxico, por lo que el gobierno tendrá que volver a reducir gasto, aunque ya no es seguro de dónde más podría hacerlo.