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Todo fuera como eso: Nacer en febrero
Para todos los que no hemos nacido en él, no es precisamente una fiesta. Es un mes incompleto.
Una maldición, seguro. O a lo mejor no tanto. Si es que a uno no le importa que febrero sea la gris continuación del esperanzado primer mes del año y un estorbo antes de llegar a los tiempos de la gloriosa primavera. O le es indiferente el devenir de los planetas cuando su movimiento no es parte de la física, y detestan la posibilidad la Academia no tiene nada que ver con los designios del cielo de confundir la astrología con la astronomía. (Los que nunca creerán que los signos del zodíaco rigen el color y los tiempos de la suerte, prefieren dejar a un lado el almanaque y leer sobre la eternidad o el infinito.)
Pero nacer en febrero, para todos los que no hemos nacido en él, no es precisamente una fiesta. Es un mes incompleto. Diferente al habitual transcurso de los días, los meses y los años. El único lapso de tiempo que puede tener un día más o uno menos. Y el culpable de que los años sean bisiestos o no. Y mucho peor: el estigma de de que justo a la mitad o casi a punto, porque en febrero no hay ninguna seguridad de que la mitad esté en el medio- hay que celebrar el amor y estar enamorado.
Y es que en estos días parece que el calendario obliga a pensar en regalos ofrecidos o nunca recibidos o en a dónde nos arrojó el Destino y, de paso recordarnos que nunca seremos como Borges, por poner un crudo ejemplo de alfuien, que además, nació en agosto.
Como eso no suceder, habrá que pensar de febrero en otra forma. Y tendrán que importar los almanaques, los tiempos y todos los cumpleaños. Revisando pues el calendario con desgano, casi con el convencimiento de que más que abril, febrero es el mes más cruel- todo resultó en el hallazgo de varios personajes ejemplares. Todos dignos de un ensayo, un recordatorio, un monumento y muchas palabras bien puestas.
Dejando las complicaciones nada más en el segundo día de este segundo mes nació James Joyce. Dos días después el temible William Burroughs ( Aquel que en su diario escribió: La gracia me llegó en forma de gato , y por ello borró su adicción a la heroína y casi hasta el recuerdo de haberle disparado a su mujer entre los ojos jugando a Guillermo Tell.)
El 8 de febrero nació Julio Verne, del que ya hemos hablado en estas páginas y que seguramente ya nos entusiasmó como al mismo Dumas, con sus novelas de la ciencia.
Y quizá en este afán de revisión podremos llegar a la conclusión de que escribir ficción y construir un personaje es inútil y quimérico... Porque el 15 de febrero nació Galileo, que descubrió la imperfección de la luna mirándola en su telescopio, pero el 16, Carlos Pellicer, el poeta que llenaba de sol todo lo que tocaba.
Un 7 de febrero vino al mundo Charles Dickens, pero Guillermo Prieto nació e el día 10. Y Bécquer nació justo un día como hoy, pero resulta que nio el retorno de sus oscuras golondrinas fue jamás tan familiar como el verso del don Juan Tenorio de Zorrilla que nació el 21- reclamándole su indiferencia al Cielo. Avanzando en los días el almanaque se engrandece uno sufre pensanso que todo fuera como eso. Porque ¿cómo elegir entre Miguel León Portilla y Schopenhauer si los dos nacieron en febrero?