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El síndrome del superviviente, a un año del sismo del 19-S

Puede ocurrir a cualquier edad y lo desata algo que impacta de manera negativa en la persona.

Ha pasado un año de aquel lamentable 19 de septiembre donde los mexicanos estuvimos ante una situación colectiva traumática que nos hizo sentir vulnerables, impotentes, confundidos, con miedo y con sentimientos de desprotección: ésta fue una situación que pudo generar un trauma en gran parte de la población, que probablemente ha crecido y sigue sin atenderse.

Paola Sáenz Pardo, de la Clínica de Asistencia de la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM), relata que un trauma se crea cuando un individuo se encuentra intensamente agobiado por la situación, sobrepasa su tolerancia y los recursos para lidiar con el evento le son insuficientes. Este síndrome aparece de inmediato después de un fuerte evento o momentos posteriores; tiene síntomas tanto psicológicos como físicos y puede ocurrir a cualquier edad, pero no sólo se desata por sismos o catástrofes naturales como incendios o diluvios, esto también ocurre por guerras, muertes, agresiones sexuales, despidos en el trabajo, accidentes, encarcelamiento, en general algo que impacta de manera negativa en nuestra persona.

Pero ¿qué pasa cuando el tiempo transcurre y la persona sigue sintiendo que vive en el evento?

Norma Farca, psicoterapeuta y presidenta de la Fundación DB, explica que cuando la ansiedad, estrés, tensión, agitación, mareos, desmayos, taquicardias, dolores de cabeza, entre otros síntomas, siguen presentes en la vida de una persona, se relacionan con el trastorno de estrés postraumático; sin embargo, cuando no sólo se tiene este trastorno de ansiedad, sino que también hay culpa, hablamos del “síndrome del superviviente” que aparece después del trastorno de estrés postraumático y por lo tanto, se presentan síntomas muy similares que dificultan la capacidad para manejarse como lo hacía habitualmente.

“Uno de los grandes desafíos de todas aquellas personas que superaron un evento o una situación muy traumática es haber sobrevivido. Es común que muchos se sientan culpables por haber sido librados de la muerte, por no haber sufrido tanto como otros o por sentir que no hicieron lo suficiente para ayudar a los demás”.

Esto es una alerta importante, dijo Farca: “Con el sentimiento de culpa, viene una necesidad de castigo y reiteradamente se preguntan el significado del desastre, por lo que reviven el evento con una impresión elevada y constante de la muerte, repercutiendo en sus actividades diarias, por la tristeza, desesperanza, cansancio, irritabilidad, que los aleja de los demás y altera su vida cotidiana”.

Vivir con esto es agobiante es una especie de “ironía trágica consciente” por lo que la necesidad de conocer este trastorno se hace necesario.

Conocer el trastorno

Aunque no existe un perfil exclusivo de personas a las que les pueda ocurrir, existen varias cosas que lo pueden detonar y en torno a las que hay que estar alerta. Éstas son algunas:

Puede ser que la persona haya pasado previamente por circunstancias peligrosas o traumáticas; algunas personas que sufrieron lesiones, que previamente experimentaban sentimientos de terror, personas que sufrieron una pérdida (trabajo, familia, hogar), gente que vivió de cerca el suceso y no tuvo una contención, antecedentes de una enfermedad letal o consumo de drogas.

En entrevista dijo que para ello es fundamental encontrar redes de apoyo sociales como familiares, amistades o grupos de apoyo.

“Es importante tener comprensión ante el dolor ajeno y tener paciencia, entender que no todo mundo pasa las mismas situaciones y reacciones; debemos ponernos en los zapatos de los demás, saber escuchar y sobre todo, aprender sobre estos trastornos, así podríamos ayudar a un amigo, a un hijo o un padre”.

Agregó que es trascendental recordarle a esa persona que cuenta con nosotros y más allá, debemos motivar al apoyo profesional, “hoy en día existen muchos tipos de terapia (cognitivo-conductual, psicoanálisis, terapia de apoyo, etcétera) que ayudan a entender qué es lo que está pasando y lograr habilidades para aprender a relajarse o controlar a ira o la culpa, incluso tomar medicamento, pues el cuerpo sigue secretando las hormonas y los químicos de estrés”.

Dijo que es fundamental tomar conciencia de que uno no es culpable de lo ocurrido ni de las penas de los demás. Debemos aceptar las pérdidas, ya que si nos mantenemos en una constante tristeza y culpa no seremos capaces de ver aquello con lo que sí contamos. Tenemos que conocer nuestras propias fortalezas y para ello existe ayuda profesional.

Hoy se ha demostrado la importancia de la psicología ante fenómenos atípicos, incluso en el tema de la prevención, por ello la especialista invitó a acudir con profesionales en trastorno de estrés postraumático y recordar que los pacientes están en su derecho de investigar sobre el profesional, pedir licencias, diplomas y hacer preguntas que generen confianza antes de ponerse en sus manos, incluso si ha empezado la asistencia y el paciente no se siente cómodo después de algunas sesiones, puede buscar una nueva opción, que será importante para un tratamiento integral.

nelly.toche@eleconomista.mx

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