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El poder de los medios está fragmentado para bien: Diego Petersen

Con su nueva novela “El Chacal”, retrata tres décadas de corruptelas del periodismo. “Uno de los grandes daños para el periodismo fue concebirse como cuarto poder y no como contrapoder”. El star–system construido en las décadas pasadas, contribuyó a la crisis de credibilidad del oficio, señala el periodista y novelista tapatío.

Diego Petersen presenta "El Chacal", su cuarta novela. Foto EE: Hugo Salazar

"En el periodismo del star–system había una tentación natural de irse insertando cada uno en su sistema cuando cubríamos por fuentes. El periodista que llega a creer que es importante, acaba irremediablemente topándose con que lo importante es el medio”. Diego Petersen Farah, escritor y periodista.

“No se puede ser periodista o político sin terminar siendo un cínico, me dijo un día un viejo conocedor de los sótanos del poder. En los años mozos aspiraba a cruzar el pantano y salir impoluto. Después, intenté que no se notaran demasiado las manchas, pues no había manera de no llevarse una jaspeadita. El que se acerca a la lumbre se quema y quien se mete al pantano se mancha. Ni modo, así es esto, me decía a mí mismo. Hoy no puedo quitarme el olor a podrido. El pantano y yo somos uno mismo”.

Es parte del relato de un periodista cuyo nombre nunca es mencionado pese a su patente protagonismo en la novela “El chacal” (Editorial Planeta), la cuarta escrita por Diego Petersen Farah (Guadalajara, 1964) y razón principal de la conversación con El Economista.

“Kapuściński decía que el periodismo no es un oficio para cínicos. Y a partir de eso es que hago que el personaje diga lo contrario”, comparte el escritor, periodista y columnista. “Es decir, que no hay manera de que tú ejerzas poder sin terminar siendo un cínico. Ahora, hay una confusión muy común en el medio, que es pensar que el poder lo tiene el periodista”.

La suya es una narración en primera persona donde “El chacal” narra su trayectoria profesional, o no tan profesional pero sí meteórica, en el trémulo mundo de los medios a partir de la segunda mitad de los años 80, en particular durante las elecciones de 1988, cuando este joven poblano se deja seducir, sin muchos aspavientos, por las mañas y tentaciones de quienes manejan información privilegiada y no eligen precisamente ese camino que aconsejó Ryszard Kapuściński.

Pero ese ascenso de tres décadas termina en una caída estrepitosa. El periodista es desechado por el sistema del que sintió potestad. La narración de Petersen Farah en este sentido es trepidante, no se detiene, lleva al lector en una escalada de corruptelas, extorsiones y bacanales ficcionadas, del Salinismo al sexenio de Peña Nieto.

“El chacal” no tiene nombre porque –precisa Petersen– no está perfilado a partir de un sólo periodista, sino que “se trata del retrato de una época”, del que este protagonista es solamente un arquetipo; un retrato de una época del oficio – identifica –, como lo son las novelas “Los Periodistas” (1978), de Vicente Leñero, o “El vendedor de silencio” (2019), de Enrique Serna.

Las estrellas de la noticia

El gran tema de la novela es la construcción de un star–system de periodistas durante la última parte del siglo XX y las primeras dos décadas de este, y su condena:

“Lo que está narrado en el libro es sobre los periodistas estrella que el poder tritura. Porque el periodista, por más importante que sea, termina triturado por esta maquinaria de poder”, expresa Petersen Farah y, acto seguido, parafrasea a Carlos Puig: “una y otra vez se ha demostrado que ningún periodista es más importante que su plataforma. Y todos los que lo han intentado han fracasado”.

Menciona que, durante las tres décadas anteriores, las empresas de medios detentaron el poder y lo usaron según la conveniencia de cada situación, ya fuera como una forma de servilismo conveniente o de extorsión, y dependiente de la magnitud del “cliente”, si se trataba de extorsionar al gobierno de un estado o de atender y respaldar al gobierno federal en algún subterfugio. Petersen hace una hipérbole de esto en su relato.

Y fue el propio star–system, retoma, lo que facilitó la caída del sistema de los medios hegemónicos. Eso y la llegada de las nuevas plataformas desde donde se gesta la información.

“Lo que sí está claro es que eso ya dejó de existir, ya va de salida, y que el poder se diseminó. La hiperfragmentación de las audiencias también implica la fragmentación del sistema de poder. Ya nadie tiene tanto poder como lo llegaron a tener, en algún momento, un medio impreso o una televisora. El poder está fragmentado, creo que para bien, pero también la producción de información está debilitada para mal”.

El medio como industria tiende a una transformación radical, estima, aunque desconoce su destino. “Lo que es cierto es que, así como cambia la empresa, cambia también el sistema de poder. Siempre habrá alguien que concentre el poder, que en este juego gane más fichas. ¿Quién maneja y quién juega en este nuevo espacio? Todavía está por definirse y el futuro no necesariamente va a ser mejor”.

—¿Nos hizo daño asumir la noción de cuarto poder?

—“Yo creo que sí. Me parece que uno de los grandes daños para el periodismo fue concebirse como cuarto poder y no como contrapoder. El contrapoder es un sistema de equilibrio (…) si pensamos que nuestra misión simplemente es vigilar al poder y estar siempre del lado de la generación de los equilibrios, llegaremos a la conclusión de que nuestra misión no es otra cosa más que joder. Joder en tanto que estamos impidiendo los abusos del poder. Si el medio se asume como poder, ahí sí creo que es el gran fracaso del periodismo”.

“El Chacal”

  • Autor: Diego Petersen Farah
  • Editorial Planeta
  • 2022
  • 216 páginas
  • Impreso: 268 pesos
  • Digital: 189 pesos

Consulta la entrevista en El Economista TV

 

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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