Buscar
Arte e Ideas

Lectura 2:00 min

Come fly with me

Entre las fotos que hoy nos entrega el Archivo Gustavo Casasola vemos un plano general del primer vuelo realizado en Latinoamérica. Lo hizo un mexicano, Alberto Braniff.

Ah, el destino de Ícaro. La humanidad soñó con él desde siempre, conquistar el aire como se conquistó la tierra y el agua.

Todos sabemos que fue a principios del siglo XX que los hermanos Wright, Wilbur y Orville (nombres más estadounidenses no podrían tener) ensayaron lo que después, no mucho después, se convertiría en poderosas aeronaves.

Entre las fotos que hoy nos entrega el Archivo Gustavo Casasola vemos un plano general del primer vuelo realizado en Latinoamérica. Lo hizo un mexicano, Alberto Braniff.

Braniff, joven, rico y atrevido, era una especie de Ernest Hemingway sin talento para la literatura. Allá donde lo llamara la aventura, allá iba.

El año 1910 fue de revelaciones para México. Descubrió que podía hundirse en una guerra civil, pero también que un armatoste podía elevarse por los cielos. El intento de Braniff quedó inscrito en la historia como el primer vuelo hispanohablante. Se hizo, por cierto, en un avión Voissin, que para los entusiastas de los modelos a escala es uno de los más codiciados.

Ah, el destino de Ícaro. Yo odio volar. Cada vez que voy en un avión y veo por la ventana el jardín de nubes que surcamos, me siento haciendo algo antinatural. Los pies son para estar en el suelo, digo. Ya ven, no soy como los hermanos Wright, ni como Alberto Braniff, ni mucho menos como Amelia Earhart, que murió volando su precario avioncito.

concepcion.moreno@eleconomista.mx

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Noticias Recomendadas