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Arte e Ideas

Lectura 3:00 min

Aventura de una familia feliz en un momento triste

Nunca es trágica ni chantajista, a pesar de su tema sombrío es una película divertida, ligera y emotiva.

Ésta es la historia de una enferma de sida. Pero no es una historia triste. O más bien: ésta es la historia de una familia de la cual uno de sus miembros tiene sida. Es la madre. Los hijos son jóvenes, casi niños. Pero no es una historia triste. De hecho muchas veces es un cuento muy chistoso, de ésos que hacen sacar esa risa sin esfuerzo que a veces llamamos una risa de buena fe.

Los insólitos peces gato de Claudia Sainte-Luce es una película que, sin grandilocuencia, narra los últimos meses de vida de Martha (Lisa Owen), una mujer de clase media contagiada de sida por su esposo. El hombre ya murió hace tiempo, ahora le toca a ella entrar y salir del hospital mientras trata de mantener unidos a sus cuatro hijos, tres muchachas y un niño puberto.

Pero dicho así suena a una historia triste, melodramática por lo menos, así que vuelvo a comenzar. Los insólitos peces gato cuenta la historia de una familia cariñosa y alegre que pasa por un momento difícil. Es una familia tan cariñosa y alegre que les alcanza para admitir a Claudia (Ximena Ayala) en su mesa y en su cariño.

Claudia es una solitaria, una mujer joven que quién sabe si va o viene (más bien se va), que trabaja dando pruebas en el departamento de salchichonería de un supermercado. Si hay oficio más deprimente, Claudia seguramente no lo conoce.

Un día, un dolor de estómago se convierte en algo más serio y acaba en el hospital. En la cama de al lado, Martha y su troupe de comedores de papitas (así de real es esta familia: madre e hijos comen Ruffles en terapia intermedia) le agarra cariño maternal a su vecina. Y cuando a ambas las dan de alta se la lleva a su casa. Y así, sin mayor pompa, Claudia ha sido adoptada. O Claudia ha adoptado a una familia.

Hay mucho más en esta historia, por supuesto. Cada hijo es un personaje peculiar: Wendy es adicta a los horóscopos, Mariana es vanidosa, Alejandra se hace cargo de que el barco no zozobre (y es la que se atreve a preguntarle a Claudia: ¿Y tú qué flautas tocas aquí? ), Armando está preocupado por su pez mascota. ¿Se lo puede llevar a las vacaciones de playa que Martha quiere tomar con toda su prole?

Los insólitos peces gato es una película candorosa y altamente emotiva que nunca cae en la tragedia soflamera y vacía. Debe ser porque Claudia Sainte-Luce conoce muy bien lo que está contando. No es casualidad que hay una Claudia en pantalla: es ella misma. Martha existió, los hijos existen. La historia es tan cercana a la realidad que Wendy, la hija astróloga y naturista, es interpretada por la Wendy verdadera.

La cinta no es perfecta, a veces pierde ritmo, no todos los personajes alcanzan a dibujarse totalmente. Las interpretaciones de Lisa Owen y de Wendy Guillén (qué gran ritmo para la comedia de Guillén, y el asunto se vuelve notable porque está interpretándose a sí misma: el autoescarnio como arte) mantienen sólido el edificio.

Pero todo eso puede olvidarse. Lo que importa es que Los insólitos peces gato es una película feliz sobre un asunto triste y eso es inaudito en el cine mexicano. Siquiera por eso hay que verla.

concepcion.moreno@eleconomista.mx

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