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Estamos perdiendo cuerpos femeninos de manera monstruosa: Margo Glantz
En el marco de la Fiesta del Libro y la Rosa, de la UNAM, una edición marcada por el luto y el lamento por la muerte y la desaparición de las mujeres, la autora de La Malinche, sus padres y sus hijos fue una de las distintas voces que inevitablemente llevaron los temas de sus mesas a la ola de violencia feminicida y las narrativas de impunidad.

Gabriela Jauregui y Margo Glantz participaron en la decimocuarta edición de la Fiesta del Libro y la Rosa. Foto EE: Cortesía Cultura UNAM
“Este país está de luto y si no lo está debería estarlo”. Así inició la mesa de diálogo y homenaje “En el camino a la imaginación y la escritura”, que este fin de semana sostuvieron las escritoras Margo Glantz y Gabriela Jauregui en el marco de la decimocuarta edición de la Fiesta del Libro y la Rosa, que se llevó a cabo de manera presencial en el Centro Cultural Universitario de la UNAM.
Antes de iniciar la mesa, Jauregui consideró necesario nombrar a Debanhi, Irlanda, Irma, Brisa, Ingrid y “y todas las que nos faltan”, y, sin brincar de tema, insertó en este contexto su apreciación sobre la obra de Glantz, una autora, dijo, que ha declarado que “el poder se ejerce, fundamentalmente contra el cuerpo”.
“Qué forma más radical y desobediente de manifestar la resistencia desde nuestra trinchera, que es la escritura, que escribir desde el cuerpo, con el cuerpo y para el cuerpo, que es lo que hace Margo en todos sus textos, desde sus novelas hasta sus ensayos”, refirió y más adelante sumó: “en un país de muerte, como el nuestro, la escritura de Margo es vital, deseante, palpitante, y a veces esa vitalidad, ante tanta muerte se vuelve una obscenidad, la obscenidad de la vida resistiendo a la muerte”.
Por su parte, Margo Glantz lamentó: “no es posible que vivamos en un país en donde un fiscal oculta cosas fundamentales para que no se pueda encontrar a una muchacha como la que murió hace días. Es terrible que al buscar un cuerpo encuentre numerosos cuerpos femeninos en el mismo lugar. Es terrible que alguien no pueda salir en la noche porque es mujer, por cómo se viste, porque salió sola o porque tomó, por lo que sea, y sea agredida y martirizada, violada y asesinada”.
La autora de Las genealogías y ” sugirió que todos los días, todas las personas escriban los nombres de las personas desaparecidas a través de las redes sociales, “como se hacía en Argentina, con los desaparecidos de la guerra sucia”, dijo, “porque estamos perdiendo cuerpos femeninos de una manera verdaderamente monstruosa, sin que haya ninguna posibilidad, parece, de que esto mejore. Y empezar esta reunión sin hablar de esto me parecería un agravio a todas las mujeres (…) no hay palabras suficientes, no tenemos palabras para entender lo que está pasando, no tenemos palabras para lamentar, para describir, para entender porque qué está sucediendo lo que sucede”.
“Como país deberíamos sentirnos avergonzados”: Javier Sicilia
“Este no es un país, es una fosa común con himno nacional”. La frase no es nueva, la portan en sus pancartas las jóvenes, madres buscadoras y familiares de personas desaparecidas y víctimas de feminicidio a lo largo y ancho del país, pero cada vez parece menos una hipérbole ante los más atroces casos de violencia, impunidad, simulación e indiferencia de las autoridades responsables de garantizar la seguridad pública en el país.
Hace unos días, en el contexto de las severas noticias sobre el hallazgo del cuerpo de la joven Debanhi Escobar en una cisterna en el Motel Nueva Castilla, en Nuevo León, esa frase reafirmó su lamentable lógica.
El tema fue abordado también en el marco de la Fiesta del Libro y la Rosa, en el conversatorio “La resistencia ante la violencia” entre Jacobo Dayán, coordinador de la Cátedra Nelson Mandela de Derechos Humanos en las Artes, y el poeta y activista Javier Sicilia.

“Como país, deberíamos sentirnos avergonzados. Las madres buscadoras salen con su cuerpo y unas varillas, la técnica más primitiva para poder detectar una fosa, clavar una varilla donde dicen que puede haber una fosa y olerlas. Si huelen a muerte, es el olor inequívoco de que algo hay allí, terrible. Han aprendido técnicas forenses como han podido, porque no se puede intervenir una fosa así nada más”, declaró Sicilia.
Desde hace 11 años, añadió el poeta en el Foro Elena Poniatowska, “se había nombrado al país como una fosa, como un gran cementerio horrendo que después volvió otra vez a la oscuridad. El problema es que la narrativa oficial sigue siendo la preponderante. Es decir, hace 11 años Calderón decía: ‘se están matando entre ellos’. Hoy se dice lo mismo. La narrativa que vuelve a ponerse sobre la mesa desde el Estado no es un asunto de las personas, es un asunto de un Estado corrompido y yo diría de una nación ya con su esqueleto moral muy roído”.
El ambiente insostenible en el país, reflexionó, es generado por una visión de la que coparticipamos los medios de comunicación, tocando temas de violencia como agendas parciales sin comprender el origen sistémico.
Esto, analizó, “tiene que ver con otra forma de totalitarismo de nuevo cuño. Antes, los totalitarismos, los capitales ilegales apuntalaban el argumento ideológico. Ahora no es así, el argumento ideológico es el que apuntala lo que está escondido como fondo de iceberg, que es el crimen organizado. Hay una nueva forma de colusión del Estado, pero ahora sometido a los procesos criminales”.
ricardo.quiroga@eleconomista.mx
kg