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El impulso solar en la reconfiguración energética de México

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OpiniónEl Economista

El cambio climático, la electrificación industrial y la rápida adopción tecnológica han impulsado una transformación energética global orientada a construir sistemas eléctricos más resilientes y sostenibles, capaces de integrar diversas fuentes de generación.

En este contexto, las energías limpias son el eje principal de la planeación energética, respaldadas por las proyecciones de la Agencia Internacional de Energía (AIE), que estiman que para 2030 aportarán más del 60% de la generación eléctrica mundial.

Una oportunidad estratégica

La energía solar fotovoltaica se ha convertido en la tecnología más dinámica de la transición. Se prevé que entre 2025 y 2030 se incorporen cerca de 3.6 TW de nueva capacidad solar mundialmente, confirmando su papel central en la descarbonización.

En México, el Programa Sectorial de Energía 2025-2030 fija una meta del 38% de generación limpia para 2030 que representa un avance respecto al 24% registrado en 2024, pero mantiene una brecha amplia.

Para una economía industrial en crecimiento, acelerar la adopción de energía solar es clave para garantizar un suministro sostenible y fortalecer la seguridad energética nacional.

Dependencia fósil persistente

Actualmente, la matriz mexicana sigue dominada por los combustibles fósiles. En 2024, aportaron 82% de la energía primaria, mientras que las tecnologías limpias generaron solo el 16%.

Esa limitada participación también se refleja en la generación eléctrica, donde los ciclos combinados concentraron 60.4% de la producción nacional, en contraste con el 5.3% registrado por la generación solar fotovoltaica y el 24.3% del total generado por las fuentes limpias en conjunto.

El impulso descentralizado

En este escenario, la generación en sitio es una de las estrategias más efectivas para acelerar la incorporación de energías limpias en México. Al cierre de 2024, el país registró 4,449.79 MW instalados bajo esquemas de generación distribuida, de los cuales 99.4% utilizan tecnología fotovoltaica.

Este modelo implica un cambio estructural en la forma de generar y consumir electricidad. Al producir energía en el punto de demanda se disminuye la dependencia de la red y se mejora la eficiencia operativa de los centros de consumo.

Su consolidación, sin embargo, dependerá de que los ajustes regulatorios se traduzcan en una mayor integración de la generación renovable en sitio al ecosistema eléctrico.

Una transición en juego

México posee una de las mayores radiaciones solares del mundo, un sistema eléctrico en proceso de modernización y una base industrial con capacidad para adoptar tecnologías energéticas avanzadas.

La próxima década definirá si el país transforma su potencial solar en una ventaja estratégica o mantiene una matriz rezagada frente a la transición global. En ese escenario, la generación solar en sitio será determinante para garantizar la competitividad y seguridad energética del país.

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