Lectura 6:00 min
Los héroes de la productividad
Un nuevo estudio que siguió a 8,300 empresas en Alemania, Reino Unido y Estados Unidos concluye que recortar costos no es suficiente para impulsar la productividad general. En cambio, las mayores ganancias provienen de las pocas empresas que se atreven a implementar nuevos modelos ante la incertidumbre.

Descripción automática
SÍDNEY/ZÚRICH – El crecimiento de la productividad trae beneficios indudables a la sociedad. Por lo general, se traslada a salarios más altos, excedentes para los consumidores (precios menores a lo que se está dispuesto a pagar), mayores utilidades empresariales y más valor para los accionistas. Lo que se comprende menos es cómo se genera crecimiento de la productividad. Un nuevo estudio del McKinsey Global Institute muestra que la mayor parte lo generan unas pocas empresas audaces.
Aunque la creencia generalizada es que el crecimiento de la productividad se debe a mejoras graduales y colectivas de eficiencia en muchas empresas, nuestro análisis sugiere lo contrario. Una cantidad minúscula de empresas provoca oleadas de progreso, tomando medidas estratégicas audaces propias que obligan a sus competidoras a responder. Las mejoras reales no proceden de los pequeños aportes de mil empresas o un millón, sino de enormes aportes de unas pocas empresas extraordinarias.
Nuestro análisis se basa en 8,300 compañías alemanas, británicas y estadounidenses, con especial énfasis en cuatro sectores: venta minorista, industria automotriz y aeroespacial, transporte y logística, computación y electrónica. Compusimos con ellas una “economía de laboratorio”, en la que hicimos un seguimiento preciso de las empresas que crean valor y contribuyen al crecimiento de la productividad nacional y las que lastran la productividad y destruyen valor. Aunque el análisis se basa en el período relativamente estable registrado entre 2011 y 2019 (después de la crisis financiera global, pero antes de la pandemia de Covid-19), hallamos pautas similares en los datos que van de 2019 a 2023.
En nuestra economía de laboratorio, menos de 100 empresas particularmente productivas representan dos tercios del crecimiento de la muestra. Son empresas que en el período 2011–2019 añadieron al menos un punto básico al crecimiento de productividad de su respectiva muestra nacional. Al mismo tiempo, una cantidad incluso menor de “rezagadas” generaron al menos un punto básico negativo. Es una concentración mucho más extrema de lo que implica la idea predominante que se tiene de la productividad.
¿En qué se diferencian los ejemplos destacados? Las empresas más pujantes de la muestra usaron cinco tipos de decisiones estratégicas (a menudo en combinación): aumento de escala del uso de los modelos de negocio y tecnologías más productivos (por ejemplo, el comercio electrónico o los modelos de las aerolíneas low-cost); reorientación de carteras regionales y de productos hacia las actividades más productivas o incluso hacia oportunidades adyacentes; cambios en las propuestas de valor para los clientes, tanto en mercados masivos como de nicho; creación de efectos de red y escala; y cambios operativos para aumentar la eficiencia de la mano de obra y reducir costos. Ejemplos destacados que individualiza nuestra investigación son Apple, con su expansión estratégica hacia el sector servicios, EasyJet, que contribuyó a definir la tendencia de las aerolíneas de descuento, y Zalando, pionera del comercio electrónico de indumentaria.
Este análisis de la productividad ayuda a ver con más claridad por qué algunos países avanzan y otros se estancan. Aunque ya sabíamos que Estados Unidos supera a las principales economías europeas en términos de crecimiento de la productividad, un estudio más detallado de las empresas de nuestra economía de laboratorio explica el porqué. Entre 2011 y 2019, la productividad estadounidense dentro de la muestra creció un 2.1% anual, contra 0.2% en Alemania y 0.0% en el Reino Unido, porque Estados Unidos tuvo 44 empresas destacadas y 14 rezagadas (una proporción de tres a uno). En cambio, el RU muestra una distribución más equilibrada (30 destacadas y 25 rezagadas), mientras que Alemania tiene 13 destacadas y 16 rezagadas.
Pero que un país tenga empresas sobresalientes no basta; hay que reorientar recursos hacia ellas. Estados Unidos como país fue también un ejemplo destacado en este sentido, ya que la mitad de su crecimiento de la productividad se logró reasignando mano de obra desde las empresas rezagadas hacia la vanguardia del crecimiento de la productividad. La movilidad laboral en Europa fue menor, y las empresas rezagadas frenaron el crecimiento de la productividad.
Esta visión tiene importantes implicaciones para la formulación de políticas. Muchas políticas actuales buscan mejorar el bienestar con el apoyo a pequeñas empresas y la difusión de las mejores prácticas. Pero si la mayor parte de los beneficios los generan unas pocas empresas, se necesitan estrategias asimétricas acordes con las pautas que observamos. Esto implica permitir una reasignación más rápida del capital y de la mano de obra y crear ecosistemas que ayuden a las empresas ganadoras a extender la escala de sus operaciones. Piénsese que si en el período analizado Alemania hubiera tenido otras 19 empresas destacadas como la cadena minorista REWE, el crecimiento de la productividad de su sector privado habría sido más del doble.
Alentar la audacia empresarial puede ser todavía más importante en las economías emergentes, donde las empresas destacadas pueden saltar etapas y adelantar la adopción de tecnologías y modelos de negocio empleados en las economías avanzadas. Además, si las empresas con potencial de destacarse son escasas dentro de una economía, para acelerar el crecimiento de la productividad tal vez sea necesario tomar medidas deliberadas que alienten la aparición y el éxito de esas empresas.
Los dirigentes empresariales, por su parte, deben dejar de ver la productividad como un subproducto de las operaciones y empezar a gestionarla como un resultado estratégico. Esto implica medirla, invertir en ella y atreverse a elegir nuevas áreas donde crecer y áreas de las que es mejor retirarse (complementando las decisiones con traslados de recursos).
En el actual contexto de incertidumbre económica, empresas de todo el mundo postergan decisiones de inversión, reducen costos y procuran economizar recursos limitados. Pero la enseñanza de nuestra investigación es que deberían hacer lo contrario. El crecimiento real de la productividad no se consigue apostando a lo seguro, sino creando las condiciones para que apuestas audaces rindan frutos.
El autor
Chris Bradley es director del McKinsey Global Institute y socio principal de McKinsey & Company en Sídney.
El autor
Jan Mischke es socio del McKinsey Global Institute en Zúrich.
Traducción: Esteban Flamini
Copyright: Project Syndicate, 2025