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Subdesarrollo moral
Dicen que en algún país europeo se propone que la diferencia entre el menor y el mayor salario sea de 12 veces. ¿Y aquí? La gratificación es de 800,000 pesillos.
Las utilidades excesivas, por su falta de equidad, se ponen al margen de la ley... Miren quién lo dice: el licenciado Miguel Alemán Valdés en su discurso de toma de posesión como Presidente de la República, el 1 de diciembre de 1946. Mueve a risa.
Más bien a carcajada, pero trágica, al contemplar, con rabia y tristeza, la situación actual del país en materia de corrupción.
Las clases dominantes, las que detentan posiciones de poder, enriquecidas y minoritarias, roban rentas desmesuradas a la sociedad mayoritaria y empobrecida. Es una verdad de siempre, pero no por ello deja de ser un sinsentido, una contradicción, como lo hace ver Gracián en El Criticón:
No se da ya en el mundo a quien no tiene, sino a quien más tiene. A muchos se les quita la hacienda porque son pobres, y se les adjudica a otros porque la tienen pues las dádivas no van sino a donde hay ni se hacen los presentes a los ausentes .
Pecan por igual los privados y los públicos. Pero mayor culpa tienen los segundos, pues sujetan la sartén por el mango: quieres el permiso, dame, quieres que salgan tus papeles, dame, quieres la concesión, dame, quieres el contrato, entrégame mi mochada.
El pagano ya incluye la mordida en sus precios, o sea que como los impuestos a las empresas, nos caemos cadáver los de siempre, los llamados contribuyentes, en este caso contribuyentes a los bolsillos de las ratas.
Otro caso en el que poco se repara es el de los funcionarios oficiales, sindicales y empresariales, que se fijan sus propios sueldos, prestaciones, bonos y aguinaldos.
Así como ministros de la Suprema Corte, legisladores, líderes, banqueros, CEO, burócratas de alto nivel Presidente incluido y elevados cargos en empresas gubernamentales e institutos autónomos, como el pomposamente autollamado central .
Justifican los emolumentos por peregrinas razones: quedo blindado en contra de la corrupción y en contra de la piratería de entidades nacionales o extranjeras que ofrezcan más.
Dicen que en algún país europeo se propone que la diferencia entre el menor y el mayor salario sea de 12 veces. ¿Y aquí? Nada más la gratificación monta, por ejemplo, a más de 800,000 pesillos. ¿De cuántas veces es la diferencia en nuestro globero medio? ¿De 1000?
Nada justifica tan increíbles, vergonzosas, exacciones al pueblo. Pero sí hay algo que lo explica: el subdesarrollo moral.
paveleyra@eleconomista.com.mx