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Opinión

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Siga el dinero, Sr. Presidente

Ningún Estado ha logrado reducir sus niveles de corrupción sin entrarle al tema del lavado de dinero.

En una de las escenas más recordadas de la película Todos los hombres del Presidente (1976) en la que se relata la forma en que los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein del periódico The Washington Post descubrieron el involucramiento del entonces presidente Richard Nixon en una red de corrupción que eventualmente acabó con su presidencia, su informante –el legendario Garganta Profunda– dice: Sigue el dinero, siempre sigue el dinero . ¿Adónde? Pregunta un desesperado Woodward (en la película representado por el estupendo actor Robert Redford). Garganta Profunda hace una pequeña pausa en la oscuridad del estacionamiento donde él y el periodista se encontraban durante el escándalo Watergate y contesta lacónico: Síguelo .

El consejo de Garganta Profunda, sobra decir, funcionó a la perfección. La red de corrupción y sobornos quedó expuesta y Nixon renunció a la presidencia estadounidense.

Reflexionando sobre la absurda –por su planteamiento, que no por sus intenciones– guerra de Felipe Calderón contra el narcotráfico en México, pensé que lo mejor que nos podría pasar es que el Presidente vea la película y entienda que, si su decisión es enfrentar a los cárteles de la droga, la mejor forma posible sería debilitando su poder económico. Esta estrategia no sólo implicaría muchos menos costos para la sociedad civil –que ve con cada vez mayor temor y escepticismo la embestida calderonista– sino que, además, podría incluso resultar exitosa.

Siga el dinero, señor Presidente. Se ha dicho hasta el cansancio: si el narco opera dentro y fuera del Estado con casi absoluta impunidad, hace todo el sentido del mundo detenerlo en donde más le duele: la lana. La lana que usan los cárteles para corromper a funcionarios públicos a todos los niveles, para contratar sicarios, para aterrorizar a poblaciones enteras y para contaminar nuestro sistema económico e infiltrarse en nuestras empresas.

A los grupos criminales no se les puede combatir con un Estado corrompido ni tampoco con una estrategia que enfatiza con tanto las capturas físicas y decomisos de droga. Los números no dan lugar a interpretaciones: Si en México se lavan entre 8 y 25,000 millones de dólares anuales, tal y como lo documenta el Departamento de Estado en su International Narcotics Drug Control Strategy Report 2010 es evidente que los cárteles tienen instalada una vasta estructura financiera y que hay miles de empresas legales ligadas a estos grupos criminales. Ahí es donde la administración calderonista debería poner el énfasis: en detectar, procesar y decomisar los activos patrimoniales que permiten la operación impune de los cárteles en México.

Siga el dinero, señor Presidente: inviértale en serio a los grupos de inteligencia financiera dentro de su gobierno y exíjales cuentas. Demuéstrele a la opinión pública que su lucha contra el narco empieza por donde debe comenzar, por reducir el dinero con el que cuentan los grupos criminales en el país. Ningún Estado del mundo ha logrado reducir sus niveles de corrupción y violencia sin entrarle al tema del lavado de dinero.

Y si no basta con el sabio consejo de Garganta Profunda, señor Presidente, vea usted lo que dice el Departamento de Estado con respecto al lavado de dinero en México: La falta de personal –incluyendo investigadores de campo, jueces y auditores- de los recursos necesarios, de una base de datos moderna e incluyente y del equipo tecnológico necesario debilitan sus esfuerzos de procuración de justicia (Volumen 2, pág. 165). Más claro, imposible: siga el dinero, señor Presidente.

afvega@eleconomista.com.mx

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