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La importancia de gastar dinero en inversiones (Última parte)

Si queremos construir un patrimonio, tenemos que hacer que nuestro dinero trabaje por nosotros. Eso implica comprar activos que, en el largo plazo, puedan generar un potencial de rendimiento de por lo menos cuatro puntos porcentuales arriba de la inflación (en promedio). Recordemos que los mercados son cíclicos y volátiles, hay años buenos y malos. En ocasiones habrá alzas muy significativas, en otras bajas pronunciadas. A pesar de la volatilidad, tenemos que tener muy claro que el portafolio que estamos construyendo, con esos activos, tenga al menos ese potencial de rendimiento a largo plazo.
Mucha gente reconoce la importancia de pagarnos primero a nosotros mismos. Así como cada mes pagamos la hipoteca o la renta, o compramos comida para el refrigerador, si queremos construir un patrimonio también tenemos que comprar activos de largo plazo. Cada quincena, o cada mes, con constancia, consistencia y disciplina.
El martes pasado, en la primera parte, mencioné que para las personas que no saben invertir, o no quieren aprender, una opción adecuada puede ser simplemente hacer ahorro voluntario en su Afore, de manera domiciliada (con cargos automáticos). El dinero que uno deposita en ellas se invierte precisamente en un portafolio diversificado (distintas clases de activos), de largo plazo y con un riesgo controlado. Eso es mejor que andar tratando de invertir sin saber. Además, tienen un beneficio fiscal importante. Es muy fácil configurar el cargo automático y dejar que las cosas sucedan. Si bien no representan la mejor opción de inversión posible en el largo plazo, sí tienen ventajas y al menos evitan el riesgo de que las personas cometan errores mucho más costosos.
Hay personas que tienen desconfianza de las Afores y buscan otras alternativas de ahorro a largo plazo. Algunas cometen errores muy costosos. Compran seguros dotales pensando en que su dinero se multiplicará, pero eso es porque las proyecciones que preparan los agentes de seguros que los venden, incluyen supuestos de inflación. En realidad el rendimiento real de estos productos (arriba de la inflación) suele ser cercano a cero. Son seguros que ofrecen protección y certidumbre, pueden ser ideales para cubrir ciertas necesidades, pero no son inversiones (muchos agentes las venden como tal).
Otros compran planes personales de retiro, buscando el mismo beneficio fiscal de las Afores, pero muchas veces son inferiores. Para venderlos, nos hacen simulaciones con rendimientos nominales elevados (mucho más de lo que en realidad han pagado) y suelen tener costos de administración que son tres o cuatro veces más que lo que cobran las Afores (muchas veces poco transparentes o de plano, ocultos). Además, si después nos arrepentimos, no es fácil cambiarnos a otro plan o cancelarlos sin tener que pagar costos importantes.
Hay que gastar dinero cada mes en nuestras inversiones, pero hay que hacerlo bien. Antes de invertir, uno tiene que tener clarísimo el rendimiento real (arriba de la inflación) potencial a largo plazo que tiene esa clase de activo (basado en datos históricos, no proyecciones).
Uno también tiene que entender el nivel de riesgo (volatilidad) que tiene ese activo. Por ejemplo, hay quien cree que el oro es un activo “seguro”, pero realmente su precio es sumamente volátil (más que las acciones) y además históricamente el rendimiento ha sido muy inferior (incluso negativo en términos reales). En otras palabras, más riesgo, menos rendimiento.
Finalmente, hay que comprender los costos asociados. ¿Por qué uno pondría su dinero en un fondo de inversión indexado en México, que cobra una comisión anual por administración del 1.5%, cuando lo puede poner en un ETF que replica el mismo índice pero nos cobra un costo del 0.05% anual?
¿Por qué uno compraría ese ETF a través de una entidad que cobra comisiones anuales por “custodia” o “administración de la cartera”, cuando uno puede hacerlo en empresas que no las cobran. Lo único que se me ocurre es ignorancia y desconocimiento.
Entender estas tres variables antes de gastar (invertir) en cualquier activo financiero (o producto que nos intentan vender) es fundamental y nos permitirá tomar mejores decisiones para construir un patrimonio sólido que nos brinde libertad financiera en el futuro.
Hay que gastar dinero cada mes en nuestras inversiones, pero hay que hacerlo bien. Antes de invertir, uno tiene que tener clarísimo el rendimiento real (arriba de la inflación) potencial a largo plazo que tiene esa clase de activo (basado en datos históricos, no proyecciones).

